SOLA SCRIPTURA VS SOLA ECCLESIA
“Donde la Biblia y la Iglesia no están de acuerdo, debemos obedecer a la Biblia, y donde el Espíritu Santo y la autoridad humana están en conflicto, debemos seguir al Espíritu Santo.” – John Wycliffe
¿Qué es la Sola Scriptura? Significa que la Biblia (revelación escrita y completa de Dios) es la única fuente, regla y autoridad final para toda doctrina, conducta, fe y práctica. Sin embargo, para la iglesia católica romana la Biblia, la Tradición Oral y el Magisterio tienen un mismo peso y autoridad. El problema con esto es que dichas tradiciones orales no solo son extra-bíblicas sino también anti-bíblicas las cuales los romanistas ponen al mismo nivel o hasta por encima de la misma Biblia cuando se les demuestra que son inconsistentes con la Palabra escrita de Dios. En otras palabras, critican a los Bautistas, Evangélicos y Protestantes de ser “Sola Scriptura” cuando ellos son “Sola Ecclesia”. Pero como dijo el mismo Jesús, fundador de la verdadera iglesia, “Bien; invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.” (Mateo 7:9; Isaías 8:20; Hechos 17:11; 2 Timoteo 3:16,17 y 1 Corintios 4:6).
En cambio, para los evangélicos y los protestantes la Sola Scriptura es la suprema norma de fe y un principio bíblico que habla como autoridad de Dios. Por tanto, para nosotros la Biblia está por encima de la tradición y el magisterio. No es que toda tradición (con t minúscula) sea mala sino solo aquella que contradice las Santas Escrituras. Jesús mismo enseñó que la tradición humana y las Escrituras no deben ser tratadas con un mismo peso y que si hay dos autoridades (como la tradición y las Escrituras) que están en conflicto que entonces la Escritura debe estar por encima de la tradición (Vea Marcos 1:9; 7:8-9; Juan 10:39; Mateo 5:18-19 y Gálatas 3:15). Por ejemplo, en Marcos 15:1-19 vemos una tradición judía que solo había existido en forma oral antes de Cristo pero que estaba en conflicto con la escritura del Antiguo Testamento porque los fariseos no querían ayudar a sus padres económicamente para ofrendar, anulando así el mandato de honrar a padre y madre (v.2). ¿Qué hizo Jesús? En el versículo 4 Jesús reconoció la autoridad suprema y final de las Escrituras canónicas sobre la tradición oral. Por eso rechazamos el magisterio católico y sus tradiciones extra y antibíblicas debido a que no concuerdan con la Biblia. Por eso Jesús dijo, “La Escritura no puede ser quebrantada” (Juan. 10:35), y “hasta que pasen el cielo y la tierra ni una pizca, ni un punto, pasará de la Ley hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5:18).
¿Qué no es la Sola Scriptura? El concepto de Sola Scriptura no significa que no leemos otros libros o que seamos gente de un solo libro pues muchos de los mismos cristianos que creen en este precepto han escrito varios libros de texto, ni que no creamos en tradiciones o costumbres, credos, confesiones, declaraciones o artículos de fe siempre y cuando no contradigan la Palabra escrita de Dios. Simplemente significa que la Biblia al ser la Palabra infalible de Dios es el juez máximo sobre toda materia de fe, doctrina, moral, práctica y conducta cristiana. Como diría el gran Spurgeon, “Lee muchos buenos libros, pero vive en la Biblia”. Por ejemplo, hay mucho contenido bueno en los documentos de algunos de los filósofos griegos y de algunos padres de la Iglesia como Tertuliano, Policarpo, Ireneo y Justino Mártir, pero ningún libro sustituye ni está por encima de la Biblia. Al igual que los libros apócrifos, la Patrística también puede ser útil para estudiar historia, pero no son infalibles.
Por tanto, si hay un conflicto entre un escrito de Agustín de Hipona u Orígenes donde apoyan el bautismo infantil o la virginidad perpetua de María entonces nos quedamos con la Biblia. No solo porque la Biblia contiene la historia más temprana de la iglesia cristiana sino porque a diferencia de la Patrística, la Biblia no se contradice ni contiene errores. En otras palabras, la Biblia no se equivoca, pero nosotros, ya sea los líderes o el magisterio católico como evangélico o protestante, sí podemos equivocarnos con nuestras interpretaciones y por eso la Palabra de Dios es la única autoridad suprema del cristianismo porque sin ella no tendríamos la seguridad de que lo que se predica es una doctrina enseñada por los apóstoles del primer siglo.
La Sola Scriptura tampoco es una doctrina, ni una regla de hermenéutica, sino que es la que define la doctrina y un concepto de autoridad. Asumir lo contrario es apelar a falacias de hombres de pajas pues muchos católicos confunden autoridad con hermenéutica. Pero la Sola Scriptura no es un principio de hermenéutica, ni un conjunto de doctrinas sino un principio de autoridad. Es nuestra suprema norma de fe, práctica y conducta por lo que la Sola Scriptura alude a la autoridad final de la Escritura, no se refiere a la interpretación de la misma.
¿Y por qué un Libro y no la tradición oral? Dios lo decidió así porque los libros constituyen el mejor método de preservar la verdad íntegra, y transmitirla de generación en generación (Salmo 12:6-7; Mateo 5:17-19; 24:35 y 1 Pedro 1:23). Mientras que una de las desventajasde la tradición oral es que no sirve para representar nociones abstractas y su comunicación es más lenta y queda limitada por la capacidad de memoria por lo que el mensaje puede ir distorsionándose poco a poco. Algo similar al efecto del teléfono roto o teléfono descompuesto. En otras palabras, con la escritura (miles de copias de manuscritos) las doctrinas se mantienen de manera intacta mientras que con la información oral como la tradición el mensaje puede cambiar a través del tiempo de generación a generación. Esta es la razón por la que se puso tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento por escrito para evitar que sea adulterada lo cual suele suceder cuando es transmitida oralmente de persona a persona (Deuteronomio 4:2; 12:32; Isaías 8:20; 1 Corintios 4:6; Juan 5:39; Hechos 17:11; 2 Pedro 1:19; 2 Timoteo 3:16 y 17).
Por ejemplo, básicamente todas las civilizaciones antiguas tienen historias similares al de la Biblia (como el caso del diluvio universal) lo que demuestra que tales informaciones fueron contadas por generación en generación. El problema es que muchos detalles de la fuente original han sido cambiadas o corrompidas. Por tanto, si queremos saber los detalles verídicos sobre esos eventos es mejor ir a la Biblia la cual contiene la verdadera historia, no solo porque contiene grandes cantidades de manuscritos que la apoyan sino porque al ser la Palabra escrita de Dios no miente ni se contradice.
Ni la memoria ni la tradición oral son dignas de confianza. Por tanto, Dios procedió con la mayor sabiduría y también en forma normal al proporcional al hombre la revelación divina en forma de libro. De ninguna otra manera, hasta donde nos es posible ver, podría Dios haber impartido a la humanidad un nivel infalible que hubiera estado disponible para toda la humanidad, y que continuará intacto a través de las edades, y del cual el hombre podía obtener el mismo nivel o patrón de fe y conducta. Y finalmente, es razonable creer que Dios ha preservado en forma providencial los manuscritos de las Sagradas Escrituras. Además, la supuesta Tradición Apostólica no puede venir realmente de los apóstoles porque no encontramos tales tradiciones en las epístolas de los apóstoles y cuando los católicos tratan de demostrarlo con las Escrituras lo hacen recurriendo a la eiségesis (malas interpretaciones).
Pero ¿y entonces cuándo comenzó a negarse la doctrina bíblica de la Suficiencia de la Santa Escritura? En el concilio de Trento en el siglo XVI donde se declaró que la revelación de Dios no estaba contenida solamente en las Escrituras sino también en la tradición oral. Sin embargo, el punto de vista promovido por el concilio de Trento estaba en directa contradicción con lo que creía y practicaba la Iglesia Primitiva. La Iglesia Primitiva siempre sostuvo el principio de “Sóla Scriptura.” y que todas las doctrinas deberían ser sometidas a la prueba de las Escrituras y si la doctrina no lograba pasar el examen, entonces debería ser rechazada. Los padres de la Iglesia Primitiva tales como Ignacio, Policarpo, Clemente, La Didáctica y Bernabé enseñaron doctrina y defendieron el cristianismo en contra de las herejías usando como su única fuente de autoridad las Sagradas Escrituras. En los escritos de los primeros apologistas, tales como Justino Mártir y Atenágoras, se puede encontrar el mismo principio. En ninguno de estos escritos, los autores apelan a la tradición como un instrumento separado e independiente de revelación.
Es con los escritos de Irenéo y Tertuliano, en la segunda mitad del siglo segundo, cuando encontramos, por primera vez, el concepto de Tradición Apostólica (supuestamente la tradición heredada a la Iglesia por los apóstoles en forma oral). Sin embargo, la palabra "tradición" simplemente significa enseñanza y se usaba en referencia a la predicación o una presentación oral de la verdad extraída de La Escritura como hacen muchos pastores en sus sermones. Además, ambos padres enfatizaron que todas las enseñanzas de los obispos fueron generalmente entregadas verbalmente y estuvieron arraigadas en las Escrituras y que podían ser probadas o extraída de las Escrituras. No existe doctrina a la que ellos se refieran como tradición apóstolica que no estuviera bien fundada en las Escrituras. En otras palabras, la Tradición Apostólica, definida por Ireneo y Tertuliano es simplemente la enseñanza de las Escrituras. Sin olvidar que los dos establecieron que la Biblia debe ser el pilar y la norma de fe para la Iglesia y que en ninguno de sus escritos patrísticos se hace alguna apelación a la tradición en asuntos de doctrina que no estén fundadas en las Escrituras.
La historiadora de la Iglesia, Ellen Flessman-van Leer confirma este hecho: "Para Tertuliano, las Escrituras son el único medio de refutar o validar una doctrina en cuanto a su contenido. Para Irenéo, con toda certidumbre, la doctrina de la Iglesia nunca es simple tradición. Por el contrario, la noción de que pueda existir alguna verdad transmitida exclusivamente de "viva voce" (oralmente) corresponde a la línea de pensamiento de los gnósticos… Si Irenéo quiere probar la verdad de una doctrina, materialmente acude a las Escrituras, porque a través de ellas, las enseñanzas de los apóstoles son asequibles objetivamente. La prueba de la tradición y la Escritura sirve para uno y el mismo fin: identificar las enseñanzas de la Iglesia como las enseñanzas apostólicas originales. La primera establece que la enseñanza de la iglesia son éstas enseñanzas apostólicas." (Ellen Flessman-van Leer, Tradition and Scripture in the Early Church; La Escritura y la Tradición en la Iglesia Primitiva; Assen: Van Gorcum, 1953, pp. 184, 133, 144.). Por tanto, ¿dónde se encuentra la tradición apostólica más segura? Según la Biblia y los mismos Padres de la Iglesia, en las Sagradas Escrituras.
De hecho, la enseñanza de un cuerpo separado de la revelación apostólica conocido como Tradición, que es oral en naturaleza, no fue originada en la Iglesia Cristiana, sino en el Gnosticismo. Fue un atentado de los gnósticos, quienes buscaban aumentar su autoridad afirmando que las Escrituras no eran suficientes. Ellos aseguraban que poseían la entera revelación apostólica porque tenían, no sólo la revelación escrita de los apóstoles en las Escrituras, sino también la tradición oral, además la clave para interpretar y entender esa revelación. De la misma manera que los Padres de la Iglesia Primitiva repudiaron las enseñanzas y reclamos sostenidos por una dependencia exclusiva en la tradición, y apelaron a la autoridad de lo registrado en las Sagradas Escrituras, así también, debemos hacerlo nosotros.
Objeciones:
“La Iglesia Católica Romana posee una tradición oral apostólica independiente de las Escrituras y eso está demostrado en 2 de Tesalonicenses 2:15 donde Pablo dice: “Así que, hermanos, estad firmes y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra o por carta nuestra.”
Roma asegura que basados en la enseñanza de Pablo en este pasaje, la enseñanza de "Sola Escritura" es falsa, puesto que él dejó enseñanzas a los Tesalonicenses en varias formas, oral y escritas. Sin embargo, lo interesante en tales aseveraciones es que los apologistas de la Iglesia Romana nunca documentan las doctrinas específicas a la que se refiere Pablo, las cuales ellos afirman que poseen. Por tanto, existe una clara ausencia de documentación de tales doctrinas extrabíblicas o tradiciones orales a las cuales el apóstol Pablo se refiere.
Nunca definen el contenido doctrinal y la doctrina específica de esta supuesta tradición apostólica que sujeta a todos los hombres. Aún así, los romanistas insisten en afirmar que existe, que la Iglesia Católica Romana la posee, y que todos estamos bajo la obligación de someternos a ella, porque sólo esta Iglesia posee la plenitud de la revelación de Dios de los apóstoles. Sin embargo, la razón por la cual no lo revelan es simple y sencillamente porque no existe. Si tal tradición existiera y fuera de tal importancia, ¿por qué Cirilo de Jerusalén no lo mencionó en sus Conferencias Catequistas? Desafiamos a cualquiera a proporcionar una lista de las doctrinas a las que supuestamente Pablo se refiere en II de Tesalonicenses 2:15 y que dice que ha proporcionado oralmente a los Tesalonicenses. Por tanto, la única revelación especial que el hombre posee hoy en día de Dios y que fue entregada a los apóstoles es la de las Sagradas Escrituras. Después de todo, esto era lo que creía y practicaba la Iglesia Primitiva.
“Si la Sola Scriptura fuera un concepto coherente entonces ¿por qué la ortodoxía tuvo que apelar a terminología extrabíblica e inventada durante la Reforma Protestante?”
Dicho argumento muestra que los apologistas católicos se confunden pensando en términos semánticos. De hecho, sigiendo esa misma lógica entonces podemos rechazar el purgatorio, la misa, el sacerdocio romanista, de monja, el papado o monaguillo y hasta la misma iglesia “católica” ya que dichas palabras tampoco aparecen en las Santas Escrituras. Semánticamente hablando, es obvio que la expresión “Sola Scriptura” no aparece en la Biblia pues es una escritura latina la cual no esperamos encontrar en el Antiguo Testamento la cual fue escrita originalmente en hebreo ni en el Nuevo el cual fue escrita en griego. Por tanto, no abogamos por la semántica sino por el concepto de la Sola Scriptura la cual está arraigada en la Escritura.
De hecho, hay muchas doctrinas que creemos que, aunque semánticamente hablando (como la Trinidad, teocracia, Biblia, omnisciente, encarnación, etc.) no están presentes en las Escrituras, conceptualmente sí lo están. Por tanto, una enseñanza puede estar en la Biblia conceptualmente sin estar semánticamente. Sin olvidar que mucho antes de la Reforma Protestante, muchos padres de la Iglesia y grupos cristianos como los valdenses, albigenses y otros anabaptistas también tenían la Biblia como su suprema norma de fe. Por tanto, la Sola Scriptura no vino del siglo 16 ni es un invento de Lutero sino un principio que se encuentra principalmente en las mismas Escrituras.
Para dar un ejemplo en el nivel científico, Isaac Newton defendió la teoría de la gravedad por primera vez en 1687 pero eso no significa que antes del 1687 la gravedad no existía. Si nos vamos también al nivel filosófico, la ley de la no contradicción fue propuesta por el filósofo griego Aristóteles en el siglo 4 antes de Cristo, pero eso tampoco significa que la ley de la no contradicción ya estaba en vigor antes de que Aristóteles naciera. Lo mismo se puede decir de la frase Sola Scriptura, el hecho de que la frase se haya inventado en el siglo 16 tampoco significa que antes de esa frase ningún cristiano o judío creía en la suficiencia de las Escrituras. Por tanto, decir que una creencia es un error por ponerle una fecha, en este caso, la Sola Scriptura, no invalida su creencia puesto que están apelando a un error de categoría.
“Si no creen en la tradición y el magisterio católico entonces no tienen la enseñanza apostólica”
Claro que la tenemos pues tenemos la Biblia a nuestra disposición (gracias a los cristianos como Casiodoro de Reina que arriesgaron sus vidas para traducirla y distribuirla entre nosotros porque estaba prohibida por la inquisición católica) y todo lo que está en la Biblia es enseñanza apostólica. En cambio, no existe ninguna porción de esa revelación que haya sido presentada en forma de tradición oral independiente de las Escrituras. En la actualidad no tenemos ninguna enseñanza oral de los apóstoles. Por lo tanto, sólo las Escrituras registran para nosotros las enseñanzas apostólicas y la revelación definitiva de Dios. La supuesta tradición oral “apostólica” no viene realmente de los apóstoles pues no se encuentran en las epístolas de los apóstoles.
“La tradición también es inspirada e infalible porque viene de una iglesia infalible”
Hay dos problemas con este tipo de argumento. El primero es que decir que la iglesia católica es verdadera porque ella lo dice es caer en una falacia de petición de principio (razonamiento circular). En otras palabras, no creen en la Sola Scriptura sino en la Sola Ecclesia. Segundo, el que el Espíritu Santo haya inspirado a los apóstoles a escribir las Sagradas Escrituras no significa que toda la iglesia también ha hablado por inspiración divina, sino que solo quiere decir que cuando ellos hablaron o escribieron en ese momento de la historia, Dios los usó para dar un mensaje verdadero, pero eso no significa que por eso todo lo que digan o hacen es verdad o infalible pues seguían siendo hombres falibles e imperfectos. Por tanto, aunque el papa Francisco haya dicho, "La interpretación de la Escritura solo es válida cuando es fiel a la Tradición y el Magusterio de la iglesia católica romana" para nosotros, "La iglesia no determina lo que la Biblia enseña, sino que la Biblia es la que determina lo que la iglesia debe enseñar" (Carlos Spurgeon).
“Los protestantes y evangélicos tienen diferentes posturas con respecto a la Sola Scriptura. Por tanto, ¿a cuál Sola Scriptura te refieres? ¿A la de los luteranos, anglicanos o de los Bautistas?”
Esta definición que dan muchos apologistas católicos a la Sola Scriptura no es correcta y apela a una falacia de hombre de paja ya que si se analiza las confesiones y credos de todos los protestantes y evangélicos veremos que todos creen en la Sola Scriptura como la suprema norma de fe, doctrina y conducta. Por ejemplo, hay al menos 8 confesiones profesando el mismo concepto de la Sola Scriptura entre ellos los de la Confesión Belga 1561, artículo 5, la Confesión Escocesa, la Confesión de Westminster, la Confesión Bautista Capítulo 1, art. 3 y del Seminario Metodista de Juan Wesley, etc. La diferencia está en las interpretaciones. Por tanto, no hay diferentes tipos de Sola Scriptura pues la Sola Scriptura no es un conjunto o paquete de diferentes doctrinas pues una cosa es la doctrina y otra la fuente de donde se toma la doctrina.
“Entonces los protestantes y evangélicos no creen en un magisterio”
Tampoco, el término "magisterio" se refiere a maestros y todo protestante y evangélico tiene su magisterio pues como está escrito, “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos.” De hecho, el pastor de una iglesia local también es un maestro porque también alimenta espiritualmente al rebaño con la Palabra de Dios. Por tanto, no rechazamos el magisterio (maestros) ni las tradiciones (con t minúscula) siempre y cuando no contradigan la Biblia como hace el magisterio del catolicismo romano.
“Juan 21:25 refuta la Sola Scriptura”
Al contrario, aquí Juan lo que hace es refutar esa idea de que era tanta la enseñanza cristiana que no se pudo dejar todo solo por escrito. ¿Por qué? Porque en primer lugar, aquí se refiere claramente a lo que Jesús hizo (como los milagros) y no sobre lo que dijo. Segundo, el texto habla también de la Sola Scriptura ya que establece que lo que está escrito es más que suficiente. ¿Para qué? Para conocer la voluntad de Dios y alcanzar la vida eterna lo cual también es consistente con 2 Timoteo 3:15-17.
¿En ninguna parte de la Biblia se habla de Sola Scriptura o dice que “la Biblia es la única regla de moral, fe, doctrina y conducta”?
Además de que apelan a un argumento del silencio (falacia non sequitur), ignoran que la frase obviamente no aparece, así como tampoco las palabras, Trinidad, Biblia, Teocracia y otros términos teológicos que tanto evangélicos y católicos usamos sin embargo el concepto o principio sí aparece en pasajes tales como Isaías 8:20; 1 Corintios 4:6; Juan 5:39; Hechos 17:11; 2 Pedro 1:19; 2 Timoteo 3:16 y 17.
En 1 Corintios 4:6 el mismo apóstol Pablo nos aconseja “que en nosotros aprendáis a no ir más allá de lo que está escrito,” lo que da entender que hay límites por lo que no debemos excedernos doctrinalmente a lo que está escrito porque la revelación de Dios es suficiente y completa en la Escritura (Vea Gálatas 3:15). El apologista católico dirá, “Pero en 1 Corintios 4:6 el apóstol Pablo dice “está” en tiempo presente y no estará. Además, todavía no había escrito el Apocalipsis por ende no se refiere a la Sola Scriptura” Sin embargo, ese “está” no está en tiempo pasado sino en presente continuo en cualquier época que se lea. Por tanto, aquí Pablo se refiere a lo que ya estaba escrito y disponible (como el Antiguo Testamento y otras partes del Nuevo Testamento que ya estaban escrito en ese momento). Obviamente no se refiere al Apocalipsis porque todavía no estaba escrito pero una vez ya completado la revelación de Dios ya no tenemos que esperar más Escritura porque ya Dios cerró y terminó el canon en Apocalipsis 22:18-19. Los hebreos del Antiguo Testamento por ejemplo creían en lo que estaba escrito en su tiempo y no en el Apocalipsis porque todavía no estaba escrito, sino que leían y creían hasta lo que estaba escrito en su tiempo y así lo pusieron en práctica. De igual manera, todo creyente tiene que creer en lo que está escrito y nada más en lo que está escrito (Gálatas 3:15).
En 2 Timoteo 3:16-17 no dice ni en Hechos 17:11 “Escritura, Tradición Oral y el Magisterio” sino que solamente se menciona “Las Escrituras.” En estos pasajes no se incluye la tradición oral sino que dan a entender la suficiencia de la Escritura para que el hombre sea salvo y “enteramente preparado para toda buena obra.” (v.17). Tampoco vemos que pusieran al apóstol Pablo quien se puede decir que era parte del magisterio de la Iglesia al mismo nivel de las Escrituras. Por tanto, se puede decir que los bereanos de Hechos 17:11 eran más nobles que los católicos porque los católicos no siguen este ejemplo y tampoco aplican este principio.
Por ejemplo, en Hechos 2:15 Pedro usó solamente la Escritura. Algún apologista católico dirá ¿y qué hay de Hechos 15:15 donde Pedro confronta a Bernabé? Sin embargo, en ese capítulo no están usando una tradición oral sino una nueva revelación en ese momento por lo que no estaba escrito y por eso ahora lo podemos leer. Además, ¿qué usan Pedro y Bernabé para solucionar el problema? Solamente las Escrituras. No usan un magisterio porque no existía en ese momento, sino que empieza respecto a este asunto apelando como fuente de base a las Escrituras (v.15). Por tanto, reconocieron que el conocimiento era de las Escrituras que el Espíritu Santo había dado como del Antiguo Testamento y no desde los concilios romanos y obedeciendo lo que ya estaba escrito. Otros preguntaran, “Pero si ya conocían ¿por qué no usan solo la Biblia sino la iglesia y el magisterio? Sin embargo, ignoran que tanto el magisterio y la iglesia tomaron la decisión basada en la Escritura y no sobre un magisterio lo cual es consistente con Hechos 17:11 y otros pasajes de la Biblia.
Los apologistas católicos insistirán que se usó ambas, el magisterio y la Biblia. Sin embargo, la misma Escritura dice, “Como manda Moisés” por tanto ¿qué estaban usando como fundamento? La Ley de Moisés, es decir, las Escrituras. De hecho, ¿por qué fueron a ver a los apóstoles y porque Pablo no lo decidió solo? Porque la Sola Escritura del Antiguo Testamento manda a ir donde los jueces, ancianos y profetas cuando tenían algún problema que resolver. Por tanto, ¿qué estaban siguiendo? La Sola Scriptura. ¿Y en qué se basaban esos profetas, ancianos y jueces? No en la decisión personal de ellos sino en las Santas Escrituras. El apologista católico dirá, “Hechos 2:42 no dice que la iglesia perseveraba solo en la Biblia” Sin embargo, dicho pasaje tampoco dice en la tradición oral sino en la “doctrina de los apóstoles” ¿y en qué estaba basado su doctrina las cuales perseveraban? En los escritos del Antiguo Testamento porque todavía no se había completado el Nuevo (2 Timoteo 3:15-17).
Después de todo, el mismo apóstol Pedro también dice en su epístola, que “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios” (1 Pedro 4:11). Por tanto, ¿qué más claro lo queremos escrito? El apologista católico dirá, “Pero Pedro no dice “solo conforme a lo que está escrito”. El problema con este argumento es que la palabra “sola” no aparece en el texto por lo que el apologista católico apela a un argumento del silencio (falacia non sequitur). Además, acá tampoco se incluye una tradición oral. Al contrario, todas las veces que Jesús y los apóstoles mencionaban la tradición era de manera negativa. Después de todo, ¿de qué forma se puede hablar una tradición oral si Pedro dijo que se hablara conforme a la Palabra de Dios como el Antiguo Testamento? y ¿Qué prueba histórica tienen de que los cristianos tuvieran la tradición oral como inspirado por Dios? No lo hay.
Por tanto, cuando Pedro dice que se hable conforme a la Palabra de Dios es obvio que se refiere a lo escrito pues como dice el Salmo 119:160 “La suma de tus palabras es la verdad”. Si no es así entonces, ¿cómo prueban que toda la suma de la tradición oral es verdad? Si no pueden entonces este salmo se refiere solo a lo escrito. Después de todo, los mismos apologistas católicos admiten que no toda la suma de la tradición oral es verdad pues contenía la Didache, el Pastor de Hermas, el Libro de Enoch, los libros apócrifos y otros escritos las cuales no son inspiradas. En cambio, toda la suma de la Escritura sí lo es y por eso somos Sola Scriptura.
“Los Padres de la Iglesia como Ireneo quien creía en la sucesión de papas e Ignacio de Antioquía quien creía en la Eucaristía no creía en la Sola Scriptura.”
Al contrario, durante la época patrística, los padres de la iglesia también creían en la autoridad, inerrancia, suficiencia, necesidad y claridad de la Biblia. Aca algunos ejemplos:
Clemente de Roma (¿?-100) “Habéis escudriñado las Escrituras, que son verdaderas, las cuales os fueron dadas por el Espíritu Santo y sabéis que no hay nada falso o fraudulento escrito en ellas”. (1 Clemente 45)
Tertuliano (155-240) declaró que “Las afirmaciones de la Sagrada Escritura nunca estarán en descuerdo con la verdad” (Tratado del alma, 21). También enseñó que “NO HAY NADA QUE CREER APARTE DE LAS ESCRITURAS” (Padres Ante nicenos, Vol.3; pp. 246, 252 y 249) y que “Cristo es la verdad, no la costumbre.”
Justino Mártir (100-165) “Hay que creer la Escritura por su nobleza y por la confianza en Aquél que la envía. La palabra de verdad es enviada por Dios […] Ya que ha sido enviada con autoridad, no hace falta preguntarse por pruebas acerca de lo que afirma puesto que no hay otra prueba más allá de sí misma, la cual es Dios” (Fragmentos de la obra de Justino Mártir sobre la resurrección, 1).
Orígenes (185-254) dijo que “Nadie debe establecer una doctrina a partir de un libro que no forme parte de la Escritura canónica” (Comentario sobre Mateo, 26). También afirmó que “No hay que consultar otra fuente [más allá del Antiguo y el Nuevo Testamento] para conceder autoridad a cualquier conocimiento o doctrina” (Homilía sobre Levítico, 5).
Dionisio de Alejandría (¿?-264) dijo “Aceptamos todo aquello que se puede probar mediante las enseñanzas de la Sagrada Escritura” (Citado en Historia eclesiástica de Eusebio, Libro 7).
Atanasio de Alejandría establece que “Y si alguno enseña, además de la sana y recta fe de las ESCRITURAS, sea anatema.” También añade que “Las sagradas e inspiradas Escrituras son suficientes para declarar la verdad” (Contra los paganos, 1.3).
Este obispo de Alejandría, Atanasio, también dijo, “Hay, pues, del Antiguo Testamento, veintidós libros en número; porque según he oído, se dice que este es el número de las letras entre los hebreos;…….Una vez más, no es tedioso hablar de los [libros] del Nuevo Testamento….Estas son fuentes de salvación, para que los que tienen sed se sacien de las palabras vivas que contienen. SÓLO en estos libros se proclama la doctrina de la piedad. Qué nadie añada ni quite nada de lo que está escrito en esos libros. Porque acerca de esto el Señor avergonzó a los saduceos, y dijo: ‘Os equivocáis por no saber las Escrituras’. Y reprendió a los judíos, diciendo: ‘Escudriñad las Escrituras, porque estos son los que dan testimonio de mí.’ Pero para mayor exactitud agrego esto también, escribiendo por necesidad; que hay otros libros además de estos que ciertamente no están incluidos en el Canon, pero designados por los Padres para ser leídos por aquellos que se nos unen recientemente, y que desean instruirse en la palabra de la piedad. La Sabiduría de Salomón, y la Sabiduría de Eclesiástico, y Ester, y Judit, y Tobías, y lo que se llama la Enseñanza de los Apóstoles, y el Pastor. Pero los primeros, hermanos míos, están incluidos en el Canon, siendo los segundos [meramente] leídos; ni hay en ningún lugar una mención de escritos apócrifos. Pero son una invención de los herejes, que los escriben cuando quieren, otorgándoles su aprobación y asignándoles una fecha, para que, usándolos como escritos antiguos, puedan encontrar ocasión para desviar a los simples.” (Fuente: Carta festiva número 39.6, escrita para la Pascua del año 367 d.C.). Varias cosas a notar:
1. Atanasio considera el Libro de la Sabiduría, Eclesiástico, el Libro de Ester, Judit, el Libro de Tobías, la Enseñanza de los Apóstoles y el Pastor de Hermas no como parte del canon de las Escrituras, sino como libros “designados por los Padres para ser leídos” simplemente. En otras palabras, no se consideran inspirados ni infalibles, solo útiles. Esta es nuestra práctica, como Cristianos.
2. Pero lo que es más importante, este padre de la Iglesia da fe claramente de la idea detrás de “Sola Scriptura”, cuando dice: “SÓLO en estos se proclama la doctrina de la piedad”. De tal manera que no rechaza la información extrabíbica sino que establece que solamente las Escrituras son por inspiración divina y, por lo tanto, son infalibles y son la suprema regla de fe y autoridad en todo asunto de doctrina para todos los Cristianos, en todos los tiempos y en todos los lados. Por tanto, según Atanasio cualquier dogma, tradición o práctica que no se ajuste a la enseñanza clara y fiel de la Escritura, DEBE SER DESCARTADA.
Al igual que Tertuliano, Ireneo de Lyon (130-202), pastor en Lyon, Francia (influenciado por Policarpo) también habló de la Biblia como la única y sola autoridad para los cristianos diciendo en su obra principal “Contra las herejías” que “Las Escrituras son perfectas porque fueron habladas por la Palabra de Dios y su Espíritu” (En Contra de las Herejías, 2.28.2) y que“El evangelio ha sido transmitida en las Escrituras para que sean la raíz y el pilar de nuestra fe.” (Los Padres Antenicenos Vol. 1, “En Contra de las Herejías”, Libro 3.1.1). Por cierto, Ireneo de Lyon jamás habla en su libro, “En Contra de las Herejías” de una sucesión de papas lo cual todavía no existía en su tiempo sino que al igual que otros padres habla de una sucesión de iglesias o de una fe doctrinal que es lo que creemos nosotros los Bautistas y evangélicos pues creemos que siempre han existido iglesias antes de la Reforma Protestante pero con las mismas doctrinas esenciales y fundamentales.
Lamentablemente muchos apologistas católicos tervigersan los escritos de la Patrística así como terviversan las Sagradas Escrituras para decir que en ellas se encuentran el dogma del purgatorio. Sin embargo, antes de los concilios convocados por Constantino y otros emperadores romanos habían cristianos de iglesias independientes y autónomas que no asistieron a tales concilios ni se unieron a su iglesia imperial de unión político-eclesiástico. Como afirma la Enciclopedia Histórica de la Humanidad, “World History Encyclopedia en español” lo cual no es un texto o página evangélica y la cual afirma que “Durante los tres primeros siglos del cristianismo, no hubo una autoridad central hasta después de la conversión del emperador romano Constantino el Grande en el año 312 d.C.”). Esto también está confirmado por Tertuliano, el más antiguo padre latino y otros (Padres Antenicenos o Padres de la Iglesia del Pre-Concilio de Nicea, Vol.3). En otras palabras, no hay pruenas históricas de que antes de tales concilios no había un líder jerárquico o un papa monárquico en Roma que gobernara por encima de todas las demás iglesias y antes de Constantino. Además, ¿acaso están admitiendo con su argumento que la sucesión de papas y la misa (eucaristía católica) no se encuentran en la Biblia sino solo en tradiciones extrabíblicas? Eso sería dispararse en su propio pie (autorefutarse).
Gregorio de Nisa (335-395) en su libro sobre el alma y la resurrección dijo, “Las Escrituras constituyen el canon de todos los dogmas. Fijemos nuestros ojos en ellas y aceptemos únicamente las enseñanzas que se armonizan con ellas.” (Sobre el alma y la resurrección, 5). En una carta a Eustacio hablando de los arrianos dijo que los arrianos rechazan nuestra tradición cristiana. Pero ¿a qué tradición se refiere? ¿La escrita o la oral? Gregorio mismo responde esta pregunta diciendo, “Ellos rechazan nuestra tradición, seguramente donde no estamos obligados a seguir la suya [tradición arriana] que la Escritura inspirada entonces sea nuestro juez y el voto de la verdad se dará a aquellos cuyos dogmas se encuentran de acuerdo con las palabras divinas.”
Gregorio de Nisa también agrega que, "La generalidad de los hombres aún fluctúan en sus opiniones, las cuales son tan equivocadas como numerosas. En cuanto a nosotros, si la filosofía ajena a las doctrinas judeo-cristianas, la cual trata metódicamente con todos estos puntos, fuera realmente adecuada para una demostración, con certeza sería superfluo añadir mayor discusión sobre el alma a esas especulaciones. Pero, aunque esas especulaciones en cuanto al tema del alma, llegan tan lejos en la dirección de las supuestas conclusiones que satisfacen al pensador, nosotros no estamos autorizados a tomar tal licencia; no podemos tomar la libertad de aseverar algo solo porque satisface nuestro capricho. En cambio, nosotros hacemos que las Sagradas Escrituras sean la regla y la medida de cada postulado. Necesitamos fijar nuestros ojos en eso, y solo aprobar lo que armoniza la intención de las Escrituras." (Philip Schaff y Henry Wace, editores, Nicene and Post-Nicene Fathers, "Los Padres del Niceno y Post-Niceno", Peabody: Hendriksen, 1995; Segunda Serie: Volume V, Gregorio de Nisa: Los Tratados Dogmáticos, "On the Soul and the Resurrection"; "Sobre el Alma y la Resurrección", p. 439).
Juan Crisóstomo (349-407) en su libro Homilía dijo, “Es necesario fundamentar todos nuestros argumentos a partir de la Escritura y así demostrar con precisión que no son un invento de razonamiento humano, sino el mismo veredicto de la Escritura. Así todo lo que decimos tendrá más credibilidad y se profundizará más en vuestra mente.” (Homilía sobre los estatutos, 1.14).
Agustín de Hipona, en su tratado sobre el bautismo, Libro 2, Cap. 3, sección 4, dice, “¿Por qué os agarráis a las autoridades de Cipriano [un obispo de la iglesia primitiva] quien ignora que la Santa Escritura canónica tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento está contenida en sus propios límites y que deben ser ANTEPUESTA a todas las cartas posteriores de los obispos de modo que a nadie le es permitido dudar o discutir sobre la verdad o rectitud de lo que consta está escrito en ella?”
“Te digo, sin embargo, algo que necesariamente ha de ser verdadero o falso […] sólo te queda el creerlo o el no creerlo. Si va garantizado por una autoridad neta de las Sagradas Escrituras, de aquellas digo que se llaman canónicas en la Iglesia, sin duda alguna hay que creerlo” (Cartas 148.4).
“A mí no me has de creer como a Ambrosio, de cuyos libros puse testimonios tan grandes. Y si crees que a ambos nos has de creer con iguales motivos, ¿acaso podrás compararnos con el Evangelio o igualarás nuestros escritos con las Escrituras canónicas? Si eres recto en tus juicios, verás que estamos muy distantes por debajo de aquella autoridad. Yo estoy todavía muy lejos, pero, sea lo que quiere lo que opines de nosotros dos, no podrás compararnos en modo alguno con aquella excelencia” (Carta 148.39).
“Dios, hablando por los profetas primero, luego por sí mismo, y después por los apóstoles, es el autor de la Escritura llamada canónica, que posee la autoridad más eminente. En ella tenemos nosotros la fe sobre las cosas que no debemos ignorar, y que nosotros mismos no seríamos capaces de conocer” (Cuidad de Dios, 11.3).
“¿Quién ignora que la santa Escritura canónica, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, está contenida en sus propios límites, y que debe ser antepuesta a todas las cartas posteriores de los obispos, de modo que a nadie le es permitido dudar o discutir sobre la verdad o rectitud de lo que consta que está escrito en ella?” (Tratado sobre el bautismo, 2.3.4).
“Por la doctrina conocemos lo que debemos hacer. ¿Y yo qué te podrá enseñar sino lo que leemos en el apóstol? Porque la Sagrada Escritura ha fijado las normas de nuestra doctrina para que no osemos saber más de lo que conviene saber […] No voy, pues, a enseñarte otra cosa sino a exponerte las palabras del doctor apostólico” (Sobre la bondad de la viudez, 2).
Cirilo de Jerusalén (313-386) fue el obispo de Jerusalén en la mitad del siglo IV y autor de lo que se conoce como Las Conferencias Catequistas. En esta obra se basa absolutamente en la Escritura para explicar completamente la fe de la Iglesia en su tiempo. El caso es que en la totalidad de las conferencias, no hay ni una apelación en favor de una tradición oral que sea independiente de las Escrituras. Al contrario, establece, en términos explícitos, que si él mismo presentara algún tipo de enseñanza a los catecúmenos, la cual no pudiera ser validada por las Escrituras, que ellos deberían rechazarla.
Él mismo declaró, “Porque, en cuanto a los divinos y sagrados misterios de la fe, es nuestro deber no hacer ni la más pequeña aseveración sin someterla a las Sagradas Escrituras, ni ser desviados por meras posibilidades y artificios de argumentos. Y no creas, pues, que voy a proceder de este modo, sino probando por las Escrituras lo que te anuncio. Pues esta fe, a la cual debemos nuestra salvación, no es el resultado de razonamientos ingeniosos, sino por la prueba de las Sagradas Escrituras”.” (Conferencia Catequesis, 4.17).
“Pero mientras avanzas en aquello que estudias y profesas, toma y aférrate sólo a esa fe, la cual la Iglesia te enseña y que ha sido basada en las Escrituras (Conferencia Catequesis, 5.12).
Por favor note que en los pasajes anteriores, Cirilo establece que los catecúmenos deben recibir la tradición, y los exhorta a mantenerse en esas tradiciones, las cuales ahora están recibiendo. ¿De qué fuente se deriva está tradición? Está claro que la enseñanza o tradición, o revelación de Dios se deriva de La Escritura, la cual fue puesta en manos de los apóstoles y transferida a la Iglesia, y la que ahora sólo es asequible a través de “Sóla Scriptura.” Es muy significativo que Cirilo de Jerusalén, quien está comunicando la totalidad de la fe a estos nuevos creyentes, no hace ninguna apelación a la tradición oral para apoyar a sus enseñanzas. La totalidad está firmemente arraigada en la Escritura y únicamente las Escrituras.
Basilio de Cesárea (330-379) afirma “Aquellos que son instruidos en las Escrituras deberían examinar lo que dicen los profesores, recibiendo todo lo que está en conformidad con la Escritura y rechazando lo que se opone a ella; y deberían evadir a los profesores que persisten en enseñar semejantes doctrinas [falsas]” (Las moralia y regulae, 72).
Ambrosio (340-397) dice, “No sigáis las tradiciones de la filosofía ni a aquéllos que dan la apariencia de buscar la verdad con el fin de engañar por medio del arte de la persuasión. Por el contrario, aceptad, de acuerdo a la regla de la verdad, lo que se afirma en las palabras inspiradas de Dios” (Seis días de la creación, 2.1.3).
Así que, si sumamos el testimonio de los padres citados, podemos resumir que los primeros Padres en general eran proponentes del principio de “Sóla Scriptura” que creían que los herejes no hablan conforme a las Escrituras las cuales son perfectas, congruentes, santas, veraces, irreprensibles, suficientes para declarar la verdad, el verdadero fundamento de la fe, sin errores y sin contradicciones (a pesar de que sean muchos libros diferentes). Por tanto, la ‘Sola Scriptura’ no fue un invento de los reformadores protestantes.
Algunos apologistas católicos dicen que los Padres de la Iglesia como Ignacio de Antioquía creían en Tradiciones extrabíblicas u orales porque Ignacio de Antioquía menciona la palabra “Eucaristía”. Sin embargo, la palabra Eucaristía del griego antiguo εὐχαριστία (eujaristía, “agradecimiento”) no contradice ni refuta el concepto de Sola Scriptura. Al contrario, en ese escrito el mismo Ignacio está citando las Escrituras como Juan 6 y 1 Corintios 11 lo que demuestra que eran Sola Scriptura. A menos que digan que la Eucaristía no tiene fundamento bíblico lo cual es dispararse en su propio pie. Por tanto, ¿acaso están diciendo que la eucaristía católica (misa) no está en la Biblia entonces? Si es así entonces se contradicen. Sin olvidar que al igual que los protestantes y evangélicos los demás padres de la Iglesia también interpretaron tales pasajes simbólicamente y no literalmente como hace la secta romana. En fin, tanto la Biblia como la misma Patrística (historia eclesiástica) demuestra que antes y durante la época de los padres de la Iglesia, los cristianos siempre creyeron y operaron bajo la base del principio de la “Sóla Scriptura”. En fin, tanto la Biblia como la misma Patrística (historia eclesiástica) demuestra que antes y durante la época de los padres de la Iglesia, los cristianos siempre creyeron y operaron bajo la base del principio de la “Sóla Scriptura”.
“Entonces, ¿hay que desechar todos los libros que no digan “Jehová dijo”?”
No, porque además de que la misma Biblia da testimonio de que es Palabra de Dios, el mismo Pedro dijo que todos los hombres que escribieron las Santas Escrituras fueron inspirados por Dios por ende no es necesario que digan la frase “Jehová dijo” porque ya se sabe que el Espíritu Santo los inspiró.
“Pero el libro de Eclesiastés no afirma ser Palabra de Dios y muchos libros religiosos también claman ser la Palabra escrita de Dios como el Corán y el libro de Mormón? ¿Cómo sabemos que son Palabra de Dios sin la ayuda de la ICAR”
Este argumento falla en el sentido de que ignora que el nombre Eclesiastés es una traducción de la palabra hebrea koheleth, que significa predicador y por eso se le conoce como El Libro del Predicador. Pero ¿qué es un predicador? Uno que predica la Palabra de Dios por ende sí afirma ser inspirado. Con respecto a los libros sagrados como el Corán y el Libro de Mormón sabemos que no son Palabra de Dios no solo porque contiene errores y contradicciones (como los libros apócrifos que contiene la “biblia” católica) sino porque ya el canon de la Biblia había cerrado en Apocalipsis 22:18-19 siglos antes de que estos otros evangelios aparecieran. En cuanto a los demás, muchos llamados “libros sagrados” no son sagrados y tales libros lo admiten.
En otras palabras, no claman ser la Palabra de Dios, sino que son como cualquier otra escritura. Toma por ejemplo los escritos de los antiguos hindúes pues Brahman no es un dios personal. Por tanto, una revelación de Brahman no puede ser posible ya que la comunicación es un atributo personal por lo que tales escritos solo son palabras de hombres y no Palabra de Dios. Lo mismo se puede decir de los dioses impersonales de la Nueva Era, cienciología, taoísmo, etc. Obviamente cualquier otro libro sobre religión que no tiene dios (como el budismo tradicional, confusionismo, epicúreo, estoico o ateísta) tampoco puede ser considerado como la Palabra de Dios. El sistema multi-dios como el de los pueblos griegos, sintoísmo y germánicos o germanos y otros tienen que ver más con la adoración de los ancestros donde la gente era elevada a un nivel de estado divino. Hasta Odín y Thor se encuentran enlistados en antiguas genealogías y eran verdaderas personas que luego se les atribuyeron poderes sobrenaturales a ellos. Las religiones paganas como la Wicca o brujería, el vudú y el animismo no tienen un dios o diosa supremo que les revele su voluntad.
Esto explica porque las creencias paganas se diferencian entre ellas pues vinieron de una mente humana, no divina. Por tanto, la Biblia tiene poca competencia. La pregunta es cuál libro es la verdadera Palabra de Dios y la Biblia ha demostrado serlo tanto con evidencias internas y externas. La Biblia siempre se ha distinguido entre todos los demás libros por varias razones. Como dice Alex McFarland, “Comparada con otros escritos antiguos, la Biblia tiene más evidencia que la apoye, que diez obras de la literatura clásica juntas”. Pero su veracidad y superioridad a otros libros ha sido comprobada no solo porque así lo dicen los expertos sino porque ha sido apoyada con evidencias de manuscritos, testigos oculares, consistencia literaria, profecías cumplidas, vidas transformadas, relatos históricos, conocimiento científico anticipado, respaldo de personas y lugares arqueológicos.
A pesar de haber sido escrita por más de 40 personas de diferentes países, épocas y ocupaciones no se contradice, sino que se complementan lo cual también demuestra que es la Palabra perfecta de Dios. Lamentablemente hay apologistas católicos que al igual que los ateos militantes dicen que la Biblia se contradice lo cual es una blasfemia pues Dios no miente ni comete errores (Tito 1:2 y Hebreos 6:18). La buena noticia es que cada una de tales alegaciones han sido ya refutadas (Lea por ejemplo Demolishing Supposed Bible Contradictions, Volume 1 and 2, Green Forrest, AR: Master Books, 2010 and 2012). Mientras que los demás libros religiosos como el Corán, el Libro de Mormón, el Talmud o los Vedas del hinduismo no solo contradicen la Biblia sino a ellas mismas por lo que no pueden ser la Palabra de Dios.
“Apelar a la Sola Scriptura es cometer una falacia de petición de principio (razonamiento circular)”
En primer lugar, apelar a la Biblia no es falaz porque al ser la Palabra infalible de Dios se está apelando a la Verdad (Romanos 3:4). Segundo, tanto los antiguos profetas, los apóstoles y el mismo Jesús apelaron a las Escrituras contra los falsos profetas, los fariseos y contra el mismo Satanás. ¿Acaso cometieron una falacia al seguir este mismo principio? Además, cuando hablamos de asuntos de autoridad suprema todos nos vemos envueltos en un argumento circular. Sin embargo, no todo razonamiento circular (dialelo) es falaz pues en la lógica también hay razonamientos o argumentos circulares que son virtuosos y eso lo vemos también en el campo de la ciencia y la filosofía. Por ejemplo, en la filosofía, ¿Por qué creemos en la razón? Porque es razonable. ¿Por qué creemos en la lógica? Porque es lógico. ¿Por qué creemos en lo empírico (lo observable)? Porque creemos en el método científico. Lo mismo pasa con la Biblia.
De hecho, el católico también hace razonamiento circular cuando apela a su Sola Ecclesia o su propio magisterio como si fueran infalibles mientras que nosotros preferimos apelar a la Sola Scriptura. Por tanto, ambos apelamos a un razonamiento circular, nosotros creemos en la Sola Scriptura y ellos en la Sola Ecclesia. La única diferencia es que ellos están encerrados en un círculo vicioso de sola ecclesia puesto que ningún hombre es perfecto o infalible mientras que nuestro razonamiento circular no es falaz y se mantiene porque la Palabra de Dios sí es inspirada, perfecta, verdadera e infalible (Salmos 19:7). He ahí la diferencia. Además, los católicos que nos acusan de apelar a razonamientos circulares deberían ponerse de acuerdo porque si no estamos cometiendo una falacia entonces no hay problema en demostrar la Sola Scriptura y toda doctrina a la luz de las Escrituras, pero si lo es entonces ¿por qué nos piden que lo demostremos con la Biblia? ¿No demuestra eso que están siendo inconsistentes con su propia postura?
“Pero todos los que creen en la Sola Scriptura tienen diferentes creencias o interpretaciones subjetivas en los círculos evangélicos. Por tanto, dicha creencia conduce a la división, la interpretación privada y fomenta la anarquía doctrinal.”
El problema con este argumento es que no solo ignora que los mismos católicos también difieren en cuanto a doctrinas. Por ejemplo, algunos no creen en el papado o el marianismo (BBC News). Otros difieren en cuanto a la teoría de la evolución o el progresismo (incluyendo el papa Francisco quien es de corte izquierdista). Algunos hasta tienen diferentes posturas con respecto a la sola oración en el Dei Verbum y al Vaticano han ido hasta indios paganos adorando el Pachamama. En otras palabras, en la iglesia católica no solo hay de todo, sino que hasta los ortodoxos que dicen tener la misma tradición ortodoxa tienen creencias diferentes a los católicos romanos desde el Concilio de Nicea. Aquellos católicos que son más honestos admiten que dicha “unidad” no existe en la iglesia católica romana. Además, las diferentes creencias solo demuestran que las interpretaciones de los hombres ya sea que venga de un magisterio católico, evangélico o protestante no son infalibles mientras que la Biblia sí lo es. Como dice el pastor evangelista y escritor estadounidense, Rick Warren, “No creo que mis interpretaciones son inerrantes. No creo que las interpretaciones de nadie sean inerrantes, pero creo que las Escrituras son inerrantes. Creo en la inspiración verbal y plenaria de las Escrituras, sin duda alguna”.
“Entonces ¿cómo saber cuál interpretación es la correcta?”
En lugar del magisterio de hombres apelamos a la obra iluminadora (no inspiradora) del Espíritu Santo la cual fue promesa de Jesús en Juan 14 y 16. Como decía el predicador y misionero inglés, George Muller, “Si el Espíritu Santo nos guía, lo hará de acuerdo con las Escrituras y nunca en contra de ellas”. Por tanto, con la ayuda del Espíritu Santo quien nos guía e ilumina a toda verdad y siguiendo las reglas de la hermenéutica y exegética con una mente abierta y objetiva (Juan 14:25-26 y 1 Juan 2:26-27). Por tanto, si alguien se equivoca en una interpretación es porque no se está dejando llevar por el Espíritu de verdad o no ha estudiado mucho sobre el tema o ambas.
“¿Qué Escritura usó Lucas para escribir su evangelio?”
¿Qué argumento usó Lucas para probar que Jesús era el Mesías? Las mismas Escrituras, no la opinión de Pedro. Recordemos que Lucas escribió su evangelio en el año 70 cuando ya todos los apóstoles habían vivido y muerto, excepto Juan. Sin embargo, Lucas no dijo “Según Pedro, Pablo, Juan o Tomás, Jesús es Mesías” sino que citó el Antiguo Testamento diciendo “Para que se cumpliera lo escrito y dicho por el profeta Isaías” Por tanto, ¿qué usó Lucas como base o fundamento de la biografía de Jesús? La Sola y Suficiencia de las Escrituras.
“Sí, pero en Lucas 1:1, 26 y 28 dice que había “investigado” y “transmitido” y no “leído” y el Antiguo Testamento tampoco menciona el nombre de María o su visita con la prima. Por tanto, no todo está en la Biblia sobre Jesús.”
Sin embargo, que Lucas investigara o transmitiera información no demuestra que usó la tradición oral. Por ejemplo, Lucas usa la genealogía bíblica para demostrar que Jesús vino de David. También investigó los hechos para saber qué había ocurrido, pero eso no quiere decir que cuando él escribió no usara las Escrituras para probar que los hechos ocurridos hayan sido verídicos. Uno investiga los hechos, pero tiene que dar pruebas de que los hechos fueron ciertos. ¿Y qué usó Lucas? Las Escrituras, no l tradición oral. Nosotros los apologistas cristianos por ejemplo también hacemos nuestras investigaciones y examinamos toda doctrina teológica, pero en base y a la luz de las Escrituras. Lo mismo hicieron los apóstoles. Con respecto a María siguiendo esa lógica entonces el Antiguo Testamento tampoco habla de Jesús pues tampoco se menciona su nombre. ¿Entonces Jesús es un invento de la tradición? Claro que no, ambos están en la Biblia, aunque sus nombres no hayan sido mencionados.
Además, ¿de cuál fuente de tradición que no sea de la Escritura sacan que Lucas hizo una investigación? Si no pueden dar la fuente y solo citan la Biblia entonces no están siendo consistentes con su cosmovisión pues solo citan la Biblia. Algunos dicen que la autoridad de la iglesia católica que te dio los 27 libros de la Biblia. Sin embargo, esto no solo demuestra que no tienen respuesta, sino que lo único que pueden hacer es apelar a la Biblia, es decir, a la Sola Scriptura.
“Si el Canon del Nuevo Testamento no es dada ni viene de la Tradición Apostólica (propuesto san Atanasio de Alejandría, aceptado en el Magisterio del Papa san Damaso I y definido en el Concilio de Roma) entonces ¿cuál iglesia seleccionó los libros inspirados de la Biblia y qué parámetros utilizaron (la tradición, el magisterio o la Sola Scriptura)?
En primer lugar, el canon de la Biblia lo estableció el mismo Espíritu Santo el cual usó primeramente a los judíos del Antiguo Testamento y luego a los primeros cristianos quienes eran judíos y no católicos romanos (Romanos 3:1-2 y 9:4). En ninguna parte de la Biblia se le llama a la iglesia primitiva con el nombre “católicos” y basta con leer la Biblia para darse cuenta de que la iglesia del Nuevo Testamento y la iglesia católica romana no son la misma iglesia. En segundo lugar, si fue la ICAR fue la que nos dio la Biblia entonces ¿por qué no hizo la selección en el siglo 1 o 2 sino después del siglo 3 (post-Constantino)? La respuesta es simple, porque fue Constantino el que creó la secta romana (Tomado de la Enciclopedia Histórica de la Humanidad, “World History Encyclopedia” en español lo cual no es un texto o página evangélica y la cual afirma que “Durante los tres primeros siglos del cristianismo, no hubo una autoridad central hasta después de la conversión del emperador romano Constantino el Grande en el año 312 d.C.”).
¿Y qué parámetros usaron y establecieron esa iglesia para saber si un libro era canónico? En primer lugar, que fuera escrita por un autor con autoridad el cual era validado con milagros y prodigios como los apóstoles. Segundo, que el mismo libro afirmara ser Palabra de Dios. Tercero, debía tener universalidad y consistente con las Escrituras ya existentes (Deuteronomio 13:1-5). El Salmo 119:160 dice que la suma de tu palabra es verdad. Por tanto, uno de esos parámetros es que tiene que ser verdad porque Dios es veraz y no miente ni se contradice (Números 2:19; Tito 1:2 y Hebreos 6:18). ¿Dónde no se contradicen? En los propios escritos. Ahora bien, ¿es la suma del evangelio de Tomás verdad? No, ni la suma de la tradición oral tampoco. En otras palabras, una tradición no puede hacer que unos libros se contradigan o no se contradigan.
Otro parámetro es que dichos libros no contengan herejías ¿y qué es lo que contiene o no contiene herejías? La propia Escritura. La tradición no puede hacer que un libro contenga o no herejías porque el libro ya está escrito. Por tanto, no es la tradición, ni la iglesia o un grupo de hombres el que pone los parámetros sino la misma Sola Scriptura. Estos son los parámetros que el cristianismo tomó en cuenta para saber cuál libro era canónico. Vemos lo que hizo el Espíritu Santo la cual da testimonio en la misma Escritura de que no se contradice, de que es verdadera y también da testimonio a nuestro espíritu de que es Palabra de Dios. El magisterio (ya sea católico, evangélico o protestante) tampoco tiene nada que ver con la determinación del canon lo cual Dios mismo cerró en Apocalipsis 22:18-19. Por tanto, ni la tradición, ni el magisterio seleccionaron ni son la fuente de inspiración del Canon sino el Canon mismo. De hecho, desde el principio, la Palabra de Dios se ha escrito por Dios mismo (Éxodo 31:18). La iglesia católico-romana ni siquiera seleccionó sus libros sino después de 300 años después.
“¿Nombre del protestante que tradujo la Biblia?”
“¿Qué protestante tradujo la Biblia?” Bueno hubo muchos protestantes y cristianos no católicos como los anabaptistas que antes y después de la Reforma Protestante tradujeron la Biblia tales como Pedro Valdo, Juan de Valdés, Francisco de Encinas, Juan Pérez Pineda, Wycliffe, Tyndale, Casiodoro y Valera de los cuales la iglesia católica romana persiguió porque tenía prohibida la lectura, distribución y traducción de la Biblia al idioma del pueblo. De hecho, la gran mayoría de las copias originales de nuestra Biblia (Reina Valera) fueron quemadas en la hoguera por órdenes de la inquisición católica (Dr. S. L. Greenslade, The Cambridge History of the Bible-Cambridge, Inglaterra: Cambridge University Press,1983-página 126). Aunque según el papa Francisco, fue Lutero el que llevó la Biblia al pueblo y hasta elogió su defensa de cambio (en entrevista con la revista católica sueca, Signum).
“Entonces dime ¿dónde estaban los Bautistas cuando el canon de la Biblia fue establecida por la Iglesia católica junto al papa Dámaso en el Concilio de Roma del año 382? Dame, el nombre del pastor o pastores Bautistas o evangélicos que hicieron el canon de la Biblia o el Concilio protestante que definió el canon en el año 382″
Es interesante escuchar apologistas católicos decir que ellos hicieron la Biblia cuando ni siquiera la obedecen. En primer lugar, no fue ningún pastor, ni sacerdote ni papa y mucho menos Damaso I quien fue acusado de adulterio y de perseguir en nombre de la religión (Javier García Blanco, Historia oculta de los Papas; Johannes Dominicus Mansi, Sacrorum conciliorum nova et amplissima collectio, capítulo III, versículo 628. Venecia, 1759-1798; Liber Pontificalis, traducción de Louis Marie Olivier Duchesne, 1877 y Den Katolske Kirke Den hellige pave Damasus I, 305-384, Archivado el 16 de mayo de 2010 en Wayback Machine., acceso 24 de septiembre de 2007), sino que fue Dios mismo el que cerró el canon de las Sagradas Escrituras en Apocalipsis 22:18-19 diciendo que no se le debe añadir ni quitar.
Esto es un principio que la secta romana no sigue ya que le añadió más libros (apócrifos) a la Biblia en el año 1546, en una acción polémica en el Concilio de Contrarreforma de Trento. De hecho, los Sínodos de Hipona (393) y la de Cartago hicieron una lista del Antiguo Testamento sin incluir los libros apócrifos y eso lo dice la misma Enciclopedia Católica Vol. III, sino que fue en el Concilio de Trento (1546) que se incluyeron los libros apócrifos como 2 Macabeos que enseña orar por los muertos para “refutar” a Martín Lutero quien dijo que “es inútil orar por los muertos”; pero no incluyeron 2 de Esdras porque habla en contra de esa práctica. En otras palabras, esto demuestra que la lista de libros de los Sínodos de Cartago, Hipona y Laodicea no es la misma que la del Concilio de Trento y que por tanto la iglesia católica romana ni siquiera tuvo un canon completo y definido sino hasta el siglo 16 durante el Concilio de Trento.
En segundo lugar, ¿acaso me estás diciendo que por más de 300 años los primeros cristianos nunca supieron cuáles libros del Antiguo y del Nuevo Testamento eran la Palabra de Dios? Esto es falso a la luz de la misma Biblia pues el apóstol Pablo dijo que el joven Timoteo lo sabía en 2 Timoteo 3:14-17, “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido [note que dice “has sabido”, no dice que ignoraba o desconocía] las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (y esto fue entre el año 64 y el 65 d.C.). Pedro por ejemplo también reconoció los escritos de Pablo como parte de las Escrituras (2 Pedro 3:15-16) mientras que Pablo también consideró que los escritos de Lucas tenían tanta autoridad como el Antiguo Testamento (Vea 1 Timoteo 5:18; Deuteronomio 25:4 y Lucas 10:7) y que algunos de estos libros del Nuevo Testamento ya estaban circulando entre las iglesias (Colosenses 4:16 y 1 Tesalonicenses 5:27).
Estos pasajes al igual que otros demuestran que durante la era de la iglesia del Nuevo Testamento los apóstoles escribieron sus cartas y la congregación los recibió, las leyeron, reconocieron su autoridad, lo esparcieron y los copiaron haciendo miles de manuscritos de los originales para repartirlos a otros hermanos en Cristo de diferentes partes del mundo antiguo porque ya sabían cuales libros eran las Santas “Escrituras” o la “Palabra escrita de Dios” mucho antes de cualquier concilio o votación católico (Lucas 9:6; Hechos 8:4; 17:6,11 y 2 Pedro 1:21). En otras palabras, la misma Biblia da testimonio de que es Palabra de Dios (algunos teólogos llaman a esto la evidencia interna o la autoproclamación de la misma Biblia). Además de esto, los mismos escritos históricos de Policarpo, Atanasio, Clemente, Ignacio de Antioquia, Cipriano, Tertuliano, Orígenes, Ireneo, Agustín, Eusebio y otros también demuestran que el canon de la Biblia ya era conocido y definido mucho antes de la Vulgata de Jerónimo y el papa Dámaso.
La Biblia simplemente no resultó de una votación que tuvo lugar trescientos años después del tiempo de Jesús, sino que mucho antes de que Constantino naciera los cuatro evangelios y demás epístolas ya había sido establecidos y reconocidos sólidamente en las comunidades cristianas durante más de un siglo antes de Nicea. Por tanto, más que establecer el canon de la Biblia, lo único que hizo la “iglesia” católica en sus concilios fue confirmar y reconocer oficialmente aquello que ya la iglesia primitiva aceptaba como inspirado y añadir otros libros que no son inspirados (apócrifos) lo cual Dios condena en Apocalipsis 22:18-19 y Proverbios 30:6.
Y aun si la ICAR hubiese sido la primera en reunir, recopilar y formar el canon de la Biblia eso tampoco demostraría que la Biblia vino de dicha iglesia. ¿Por qué? Porque reunir unos libros en uno solo no tiene nada que ver con su inspiración y autoría. Por ejemplo, que alguien sea el primero en reunir y traducir todos los 7 libros de Las Crónicas de Narnia de CS Lewis en uno solo no lo convierte en su autor. El autor sigue siendo CS Lewis. Lo mismo con la Biblia. Además, decir que los católicos hicieron la Biblia rayaría en lo plagio ya que la autoría de la palabra es de los judíos y los judíos no eran católicos romanos. Por ejemplo, cuando Moisés recibió las tablas de la Ley y el Pentateuco no necesitaron de la iglesia católica romana que por cierto ni siquiera existía en ese tiempo para que les dijera que esos escritos eran las Palabras de Dios. Y si la iglesia Católica Romana no se necesitaba para que nos diera el Antiguo Testamento, entonces tampoco era necesaria para darnos el Nuevo Testamento.
En tercer lugar, el mismo apóstol Pablo también declara que la Biblia vino de los judíos en Romanos 3:1-3 y 9:4 diciendo, “¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios… que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas;”. Note que aquí el apóstol Pablo no dice que la Biblia vino de la iglesia católica romana sino de los JUDÍOS. Y el Nuevo de los primeros cristianos quienes tampoco eran católicos romanos y quienes según la mismas Escrituras ya tenían el canon de la Biblia en el primer siglo y no en el segundo o tercero.
De hecho, ¿por qué creen que la iglesia católica no tuvo un canon de la Biblia en el primer o segundo siglo sino hasta después del tercer siglo de la era post Constantino, es decir, 300 años después de la fundación de la iglesia de Cristo? Porque antes del emperador Constantino no existía un papa monárquico que mandara sobre todos los demás pues todas las iglesias eran independientes, locales y autónomas lo cual vemos tanto en la Biblia y en los documentos de los Primeros Apologistas y en los escritos de los Padres de la Iglesia como Tertuliano y Clemente (Antenicenos Vol. 3, Págs. 337, 418 y 572). TODOS los Padres Apologistas (130-180) como Justino Mártir (al igual que su pupilo Lactancio) en “Ante-Nicene Fathers,” Vol. I, págs. 105, 185- 186, 305 y 306, Teófilo de Antioquia, Tatiano y Atenágoras estaban de acuerdo de manera unánime en la separación de iglesia y estado lo cual demuestra que esa era la posición universal de las iglesias primitivas y es algo que siempre ha creído y defendido las iglesias Bautistas y demás iglesias evangélicas.
En otras palabras, todavía no existía una iglesia estado con un gobierno jerárquico que le dijera a la gente cómo creer. Tertuliano también escribió en defensa de la libertad religiosa. En cambio, tanto Constantino y los demás emperadores romanos como Teodosio el “Grande” hicieron de la iglesia católica romana una iglesia imperial (político-eclesiástica) lo cual es muy diferente a las iglesias bíblicas y antenicena. Hasta la Enciclopedia Histórica de la Humanidad, “World History Encyclopedia en español” lo cual no es un texto o página evangélica afirma que “Durante los tres primeros siglos del cristianismo, no hubo una autoridad central hasta después de la conversión del emperador romano Constantino el Grande en el año 312 d.C.”). Por tanto, no, no les debemos nada y tampoco queremos nada de lo que venga del Vaticano. No gracias. ¿Por qué? Porque la Biblia vino de los judíos y de la iglesia primitiva antes de que se formara la iglesia católica romana.
Algunos apologistas católicos preguntan en sus debates con apologistas evangélicos, “¿Qué Bautista estaba en el Concilio de Roma cuando el canon de la Biblia fue establecida por la Iglesia católica junto al papa Dámaso en 382?” ¿Y para qué los Bautistas iban a estar en un concilio católico? Eso no tiene sentido. Primero porque no eran de la misma fe, segundo porque los Bautistas o anabaptistas eran perseguidos por la iglesia de Roma la cual no creía en la libertad religiosa en esos tiempos y tercero ¿para qué? Pues como ya se ha demostrado anteriormente ya ellos sabían cuáles libros eran inspirados y pertenecían al canon del Antiguo y del Nuevo Testamento. Sin olvidar que hasta los mismos Padres de la Iglesia (historia patrística) también demuestra que los cristianos ya conocían la Palabra de Dios mucho antes de la Vulgata de Jerónimo y Dámaso. A la verdad que los apologistas católicos deberían de dejar de robar el crédito por lo que Dios hizo sin su ayuda pues ustedes no nos dieron la Biblia.
“¿Pero no eran católicos la primera iglesia y por ende la que escribió, formó y definió el Nuevo Testamento?
¿Dónde estaban los Bautistas? En el primer siglo, cuando Jesucristo fundó Su iglesia la cual bíblicamente no tenía el nombre de “Bautista” ni “católica” sino de “cristianos” (Hechos 11:26) pues a la verdadera iglesia se le identifica por su doctrina, no solo por un nombre y basta con comparar la iglesia del Nuevo Testamento con la “iglesia” católica romana para darse cuenta de que NO son la misma iglesia. Además, asumir que antes de Lutero los únicos cristianos que había eran católicos es históricamente falso pues antes del protestantismo siempre existieron cristianos no católicos (como los anabaptistas) que también clamaban venir de la iglesia que Jesucristo edificó y quienes fueron duramente perseguidos por la iglesia de Roma y luego por protestantes también dejando así un rastro de sangre en la historia. Esto siempre ha sido reconocido tanto por historiadores Bautistas como no Bautistas tales como el luterano Mosheim, el metodista Juan Clark Ridpath, el campbelista Alejandro Campbell, el científico, teólogo, filósofo e historiador, Sir Isaac Newton, la Enciclopedia (prebisteriana) de Edinburgh, el Cardenal católico Hosius y muchos más (Vea El Rastro de la Sangre, J.M. Carroll, Challenge Press; Los Bautistas a Través de los Siglos por C.L. Neal y La Iglesia que Jesús Edificó por Roy Mason, entre otros).
Entre los historiadores bautistas mejor conocidos del pasado, que creían en esta perpetuidad bautista, pueden ser mencionados los nombres del Dr. Juan T. Christian, Robinson, Crosby, Irving, Orchard, Jones, Backus, Benedicto y Cramp. Por tanto, asumir que todo cristiano que no sea católico es un protestante es caer en una falacia de generalización apresurada y de culpabilidad por asociación.
http://www.cristianismoparaateos.com/index.php/2020/04/04/cual-es-la-verdadera-iglesia/
“¿Dónde Jesús dijo que nos iba dejar 27 libros?”
Pues siguiendo los mismos parámetros de arriba podemos saber que fueron 27 libros del Nuevo Testamento que Dios nos dejó. Además, ¿Acaso la tradición tenía 27 libros o muchos más? ¿Qué tradición oral establece que solo había 27 libros? Ninguna. Además, la tradición tenía más y si tenía más libros (como el Pastor de Hermas y la Didache) entonces ¿de qué fuente la iglesia extrajo solo 27 libros en el siglo 1? Por ende, la tradición no puede ser la fuente para determinar cuáles eran los 27 libros. Tuvo que haber algo fuera del hombre para ayudarlo a entender cuáles eran los libros de Dios y ese es el Espíritu de Dios mismo. Por tanto, ¿quién lo fija? Dios mismo. Porque es Su Palabra y no la de los hombres. Por eso 2 Pedro 1:21 dice, “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana,” ni por ningún magisterio “sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.”
“¿Dónde estaba la Biblia antes de la Biblia Reina Valera?”
En los miles de manuscritos hebreos del Antiguo Testamento y en los miles de manuscritos griegos que vinieron de Antioquia, Siria (lugar donde se les llamó a los discípulos cristianos por primera vez en Hechos 11:26) de los cuales muchas versiones de la Biblia fueron traducidas y prohibidas por la iglesia católica romana. Como, por ejemplo, todas las traducciones bíblicas de Pedro Waldo, Juan de Valdés, Francisco de Encinas, Juan Pérez Pineda, Wycliffe, Tyndale, Reina y Valera que usaron estos manuscritos como base y estaban estrictamente prohibidas por la ICAR al punto que el que poseía una de estas Biblias era castigado con pena de muerte.
¿Los evangélicos no saben quién hizo el canon del Antiguo Testamento porque fue la iglesia católica romana la que tanto critican?
De hecho, en los días de Esdras, por el año 457 A.C., fueron los judíos ortodoxos (inclusive Israel y tal como dijo Pablo en Romanos 3:1-2 y 9:4 adoptaron los 39 libros del Antiguo Testamento como el canon verídico (documentos) de las Sagradas Escrituras. Los hebreos siempre han creído que fue Esdras quien fijó, bajo inspiración divina, el canon o catálogo de los libros inspirados del Antiguo Testamento y, en términos generales, se puede decir que los libros apócrifos fueron escritos entre el año 150 a.C. y el año l00 d.C. Por lo menos dos siglos después de la muerte de Esdras. De hecho, Flavio Josefo, el más grande historiador judío de la era de los apóstoles (100 d.C.) así lo declara enumerando solamente los libros que los judíos consideraban ser inspirados por Dios y que nada fue añadido al canon del Antiguo Testamento, excluyendo también de esta manera los libros apócrifos.
“¿Nombre del protestante que dividió en capítulos y versículos?”
Esto es apelar a una falacia de pez rojo (argumento irrelevante) pues no tiene nada que ver con el tema de Sola Scriptura. Los romanistas hacen esta pregunta asumiendo que fue un católico el que dividió la Biblia en capítulos y versículos y que por ende la Biblia vino de la ICAR. Sin embargo, dicha pregunta muestra ignorancia o deshonestidad porque, los primeros en dividir la Biblia en capítulos fueron los judíos con el Antiguo Testamento y luego el católico (el clérigo inglés Esteban Langton, arzobispo de Canterbury, en 1226) hizo lo mismo. Sin embargo, no la dividió en versículos, sino que eso lo hizo primero el prestigioso impresor y protestante Roberto Estienne con el Nuevo Testamento en 1550 y la cual es la misma división de versículos que usan los católicos en sus “biblias”. Estienne hasta hizo la edición latina de toda la Biblia en 1555.
Sin olvidar que, antes del protestantismo muchos cristianos no católicos como el valdense Pedro Waldo (1140 –1218) y otros anabaptistas llegaron a traducir la Biblia en el idioma vulgar, si tenían capítulos y versículos solo Dios sabe pues la ICAR destruía toda traducción de la Biblia que se hiciera sin su consentimiento. Por tanto, es posible que haya existido antes de Esteban Langton (1226) pues dichas prohibiciones suponen que en efecto la Biblia ya se traducía al romance. Después de todo, si Esteban fue el primero era porque su iglesia se encargó por medio de la inquisición de eliminar toda existencia de Biblia (como los de los valdenses y otros anabaptistas) que no viniera de la suya. La ICAR había decretado por ejemplo por el concilio francés reunido en Tolosa el año 1229 la prohibición a poseer o leer una Biblia valdense diciendo “Prohibimos asimismo que no se permita a los laicos tener los libros del Antiguo y Nuevo Testamento…; no tengan los libros mencionados traducidos en romance…” (Canon XIV; José Llamas, O.S.A., tomo VLL. Pp. 12-13).
La prohibición de Jaime I de Aragón que fue hecha en un concilio reunido en Tarragona el 7 de febrero de 1233 también declaró, “Se manda, además, que nadie tenga en su poder los libros del Antiguo Testamento en romance. Y si alguien las tuviere que los entregue en el plazo de ocho días al obispo del lugar para que él los queme. Si así no lo hiciere considéresele como sospechoso de herejía hasta que rectifique” (Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Tomo II, p.226 y Tomo VII pp.225-227). Lo mismo en 1234 en el Concilio de Tarragona la cual no permitía ninguna Biblia en el idioma del pueblo y que todas debían ser quemadas, el Tercer Sínodo de Oxford en 1408 donde no estaba autorizado tener una Biblia en inglés porque eso se consideraba una herejía y el Concilio de Trento en 1559 donde las Biblias preservadas estaban en el “Índice de Libros Prohibidos” (Regla III). Esta parte de la historia no te la cuentan los católicos porque no les conviene. Sin embargo, la aparición de estos decretos y documentos prohibidos implica lógicamente la existencia de semejantes traducciones en lengua vulgar y a través de los siglos.
Por último, aun si hubiese sido un católico el primero en poner capítulos y versículos a la Biblia eso tampoco demostraría que la Biblia vino de dicha iglesia, ni contradice ni refuta la Sola Scriptura porque el concepto ya existía antes de que se le pusiera números a la Biblia. Además, dicha división de capítulos y versículos solo tenía como fin de facilitar la búsqueda, pero no tiene nada que ver con su recopilación, formación, inspiración u autoría. Las Escrituras que usaron los antiguos judíos, los primeros cristianos y los Padres de la Iglesia no tenían números sin embargo creían en la Sola Scriptura. Jesús mismo por ejemplo leyó del rollo de Isaías. ¿Estaba el rollo dividido en capítulos y versículos? NO y el que Esteban Langton le haya puesto capítulos y Roberto Estienne los versículos no cambia el hecho de que dicho libro seguía siendo inspirado y que vino de su autor, el profeta Isaías, no de los católicos o los protestantes. Lo mismo se puede decir de toda la Biblia. De hecho, decir que los católicos hicieron la Biblia ya rayaría en lo plagio pues la autoría de la Palabra es de los judíos y los judíos no eran católicos (Vea Romanos 3:1-3 y 9:4). Sin olvidar que los católicos también le pusieron los libros apócrifos a la Biblia lo cual es condenado por la misma Biblia en Proverbios 30:6 y Apocalipsis 22:18-19.
“La iglesia católica nunca prohibió a la gente tener una Biblia. De hecho, la Biblia que los protestantes y evangélicos tienen en las manos se la debe a nosotros los católicos”
Esto es demostrar deshonestidad o ignorancia en la historia cristiana pues es todo lo contrario. La lectura y distribución de todas las traducciones bíblicas de Pedro Waldo, Juan de Valdés, Francisco de Encinas, Juan Pérez Pineda, Wycliffe, Tyndale, Casiodoro y Valera estaban estrictamente prohibidas por la ICAR al punto que el que poseía una de estas Biblias era castigado con pena de muerte.
De hecho, la gran mayoría de las copias originales de nuestra Biblia (Reina Valera) fueron quemadas en la hoguera por órdenes de la inquisición católica llamándola una “edición peligrosísima de la Biblia” y porque la ICAR tenía prohibida su lectura en el idioma del pueblo (Dr. S. L. Greenslade, The Cambridge History of the Bible-Cambridge, Inglaterra: Cambridge University Press,1983-página 126). La iglesia católica también había decretado por el concilio francés reunido en Tolosa el año 1229 la prohibición a poseer o leer una Biblia valdense diciendo “Prohibimos asimismo que no se permita a los laicos tener los libros del Antiguo y Nuevo Testamento…; no tengan los libros mencionados traducidos en romance…” (Canon XIV; José Llamas, O.S.A., tomo VLL. Pp. 12-13). La prohibición de Jaime I de Aragón que fue hecha en un concilio reunido en Tarragona el 7 de febrero de 1233 también declaró, “Se manda, además, que nadie tenga en su poder los libros del Antiguo Testamento en romance. Y si alguien las tuviere que los entregue en el plazo de ocho días al obispo del lugar para que él los queme. Si así no lo hiciere considéresele como sospechoso de herejía hasta que rectifique” (Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Tomo II, p.226 y Tomo VII pp.225-227).
Lo mismo en 1234 en el Concilio de Tarragona la cual no permitía ninguna Biblia en el idioma del pueblo y que todas debían ser quemadas, el Tercer Sínodo de Oxford en 1408 no estaba autorizaba tener una Biblia en inglés porque eso se consideraba una herejía y el Concilio de Trento en 1559 tenía las Biblias preservadas en el “Índice de Libros Prohibidos” (Regla III). La Iglesia Católica también había emitido un decreto en 1551 declarando lo siguiente: “La Biblia en el castellano, o en cualquier otra lengua vulgar, está estrictamente prohibida…” (Ibíd. p.125). Esta orden vino del Concilio de la Santa Inquisición General. Ahora lo permite porque existe la libertad de expresión y de culto gracias a los Bautistas como Roger Williams de Rhode Island quien siguió el ejemplo y legado de los anabaptistas sobre la separación de iglesia y estado. No gracias a los católicos. Al igual que la historia de la iglesia esta parte de la historia de la Biblia tampoco te la cuentan los apologistas católicos ya sea porque ignoran este hecho histórico o porque no les conviene.
Sin embargo, la aparición de estos decretos y documentos prohibidos implica lógicamente la existencia de tales iglesias cristianas no católicas y de semejantes traducciones en lengua vulgar y a través de los siglos. Aun hoy en día hay católicos militantes que todavía odian nuestra Biblia. Por tanto, no, no les debemos nada y tampoco queremos nada de lo que venga del Vaticano. No gracias. ¿Por qué? Porque la Biblia vino de los judíos y de la iglesia primitiva antes de que se formara la iglesia católica romana.
Mis Preguntas
Dame una prueba histórica de que hubo un obispo de obispos antes de Constantino (no del siglo 3 o 6)
De hecho, ambos (romanos y ortodoxos) nacieron de su padre o primer papa Constantino (Tomado de la Enciclopedia Histórica de la Humanidad, “World History Encyclopedia en español” lo cual no es un texto o página evangélica y la cual afirma que “Durante los tres primeros siglos del cristianismo, no hubo una autoridad central hasta después de la conversión del emperador romano Constantino el Grande en el año 312 d.C.”).
¿Qué harías en el día del mañana si el magisterio de la iglesia católica (incluyendo el papa) aprobase el aborto y la ideología de género?
¿Dónde en la Biblia dice que los primeros cristianos tenían a la tradición como máximo juez en lugar de las Escrituras? ¿Qué doctrina cardinal no está en la Biblia?
Feliz año nuevo Hermano Felix ,les deseo bendiciones ,y ojala nos traigas futuros post refutando a paginas y videos ateos ,Saludos
Gracias a usted también por el apoyo Hno, saludos y muchas bendiciones!
Después de meses, vuelves a hacer un artículo en este blog. Le deseo un buen 2023
Gracias a usted por el apoyo Hno, saludos y bendiciones!
Otro año mas refutando los argumentos ateos
Amén, saludos!!