¿CIENCIA VS RELIGION?
“No solo no hay antítesis entre ciencia y religión, sino que el auténtico conflicto es el que existe entre la ciencia y el naturalismo” – Alvin Plantinga, filósofo norteamericano y profesor en la University of Notre Dame
El gran científico, Robert Mayer, una vez dijo, “Acabo mi vida con una convicción que brota de lo más hondo de mi corazón: la verdadera ciencia y la verdadera filosofía no pueden ser otra cosa que una propedéutica de la religión cristiana.” (Robert Mayer, científico de la ley de la conservación de energía). Sin embargo, muchos ateos difieren con este gran científico y hasta tienden a preguntar “¿Y qué científico ha ganado el Premio Nobel probando que Dios existe para asumir que la ciencia es atea?”
Pero tal mito podría ser volteado al preguntarles también, ¿y qué científico ha ganado el Premio Nobel probando que Dios no existe? Obviamente ninguno. ¿Por qué? Porque el ateísmo sólo significa la creencia o doctrina de que no hay Dios o la negación de su existencia. En otras palabras, nada que ver con ciencia. De hecho, cualquier ignorante en ciencia puede dejar de creer en Dios y nunca en la historia el ateo ha podido demostrar su propia postura con evidencias científicas.
Además, ¿ciencia vs religión? ¿No será al revés? Para decir que el ateísmo es verdadero habría que saber todo (omniciencia) y estar en todas partes (omnipresente) para saber si no hay Dios en ninguna parte del universo o fuera de ella lo cual es científicamente imposible. La ciencia (conocimiento) simplemente tiene sus límites y quizás por eso algunos científicos como el profesor de física y astronomía, Marcelo Gleiser, dicen que el ateísmo y el método científico no son compatibles. En cuanto a religión se refiere, alguien podría decir,”¿Pero no es Dios un tema religioso o filosófico y por ende fuera del campo científico? Esto es parcialmente cierto. No se puede probar la naturaleza de Dios en un laboratorio puesto que la ciencia trata con el mundo natural (física) y Dios es espíritu (inmaterial). Por tanto, tratar de estudiar la naturaleza de Dios a través de la ciencia es como tratar de buscar plástico con un detector de metales pues la ciencia y la religión son dos campos diferentes. Así como la ciencia no es el método correcto para estudiar el arte y la ética tampoco es el método correcto para estudiar la naturaleza de Dios puesto que eso le corresponde al campo de la filosofía y teología bíblica.
Sin embargo, aunque ambas tienen sus límites y diferencias eso no significa que sean incompatibles pues argumentos como el Kalam, el argumento teleológico, el ajuste fino, el diseño inteligente y la información biológica del ADN las cuales están basadas en hechos científicos demuestran que se podemos saber que existe un Dios personal, inmaterial, eterno, inteligente y poderoso tal como describe la Biblia. Por tanto y como siempre han sostenido grandes filósofos y científicos, ambos libros no se contradicen, sino que se complementan. Esto es algo que muchos ateos no entienden o no quieren aceptar lo cual me recuerda las palabras del sacerdote, astrónomo y científico planetario, Guy Consolmagno, “Es curioso, la gente que piensa que hay una contradicción entre la ciencia y la religión, generalmente, no saben qué es ciencia o no saben qué es religión, o ambas.” Al fin y al cabo, el laboratorium fue originalmente el lugar donde se laboraba orando y hasta científicos ateos y agnósticos como Peter Higgs y Paul Davies admiten que la ciencia y la religión pueden ser compatibles.
Se puede ilustrar esta verdad diciendo que tampoco podemos ver en persona o hacer un examen general del cuerpo de la persona que hizo la Mona Lisa pues Leonardo Da Vinci ya no está fisicamente presente entre nosotros. Sin embargo, su obra maestra demuestra que su famoso y gran pintor existió. Lo mismo se puede decir de Dios y el universo. En otras palabras, así como una pintura, reloj o edificio son pruebas de un pintor, relojero y constructor (aunque no hayamos visto fisicamente a sus diseñadores), la creación misma también es prueba de que hay un Creador (aunque no hayamos visto fisicamente a Su Diseñador). Por tanto, de la misma manera que no hace falta ver al que hizo mi reloj para saber que tuvo que haber tenido un relojero tampoco se necesita ver el Creador del mundo para saber que existe pues toda la creación (la vida misma y el entero universo) son evidencias visibles de un Creador invisible (Salmo 19:1-4 y Romanos 1:20).
Como decía el filósofo de la naturaleza y reverendo, John Mitchell de Thornhill, responsable de haber descubierto que en el cosmos existen los hoyos negros, “No vemos a quien dejó las huellas en la arena, sin embargo, sabemos que alguien estuvo allí” (Hebreos 3:4). Lo absurdo e ilógico sería decir que como no veo el pintor, constructor, relojero o el Dios Creador entonces no creeré que ninguna de estas cosas tenga un diseñador inteligente. Lamentablemente, ese el problema con los ateos. Como dijo el filósofo y apologista cristiano, C.S. Lewis, “Ver no siempre es creer”. En otras palabras, no es que el fanático ateo no vea evidencias para Dios, el problema es que no quiere aceptar las evidencias que demuestran su existencia pues como dice un dicho, “No hay peor ciego que el que no quiere ver”.
Algunos ateos objetan a esto diciendo que es una falsa analogía porque las máquinas artificiales son hechos por el hombre y la naturaleza por el azar evolutivo. Sin embargo, nuestro argumento teísta no es una comparación inválida puesto que ambos tienen orden, complejidad y marcas de diseño. De hecho, la naturaleza tiene más orden, complejidad y marcas de diseño que cualquier artefacto humano lo cual da más razón para creer que existe una mente inteligente detrás de nuestro gran universo ya que lo opuesto seria aceptar que todo vino por un azar evolutivo y de la nada lo cual es absurdo, irracional y operacionalmente imposible. Como afirma el profesor de Ingeniería de diseño en la Universidad de Bristol, Inglaterra, Stuart Burgess, “Como diseñador, nada dentro de las capacidades del hombre puede compararse con lo que Dios ha diseñado.” Stuart Burgess ha diseñado partes de satélites para la NASA y más recientemente, diseñó las transmisiones de las bicicletas británicas para las olimpiadas, las cuales ganaron seis medallas de oro y rompieron el récord mundial dos veces.
Entonces ¿no hay verdadero conflicto entre ciencia y religión? No y no solo porque la Biblia enseña que la creación es prueba de que hay un Creador (Salmo 19:1 y Romanos 1:20) y que por ende no hay excusa para ser ateo sino porque el orden, la complejidad, el ajuste fino, la belleza y las marcas de diseño que observamos científicamente en el universo entero y la vida misma exigen y demandan un Diseñador inteligente lo hayamos visto o no. Esta es la razón por la que históricamente la mayoría de los grandes científicos (incluyendo monjes y sacerdotes) y ganadores de Premio Nobel como Sir Isaac Newton, Sir Robert Boyle, Roger Bacon, Gregor Mendel, Lord Kelvin, Louis Pasteur, Faraday, James C. Maxwell, Max Planck, Albert Einstein, Arthur Compton, Derek Barton, Wernher von Braun, Robert Andrew Milikan, K.L. Schleich, William D. Phillips, Sir Arthur Eddington, Werner Heisenberg, Sir William Bragg, Charles H. Townes, Joseph Murray, Joseph H. Taylor y Francis Collins, han afirmado que mientras más estudian ciencia más creen en Dios.
En otras palabras, para los verdaderos expertos la ciencia mas bien se inclina a favor del teísmo y en contra del ateísmo. Una forma de ilustrar esto es con la famosa analogía del reloj, pintura o edificio las cuales son pruebas de un relojero, pintor y constructor. Aunque no hayamos visto a sus diseñadores. Lo mismo se puede decir de Dios y el universo. Algunos ateos objetan a esto diciendo que esto es una falsa analogía lo cual no es cierto puesto que la unica diferencia es que el mundo natural tiene más complejidad, orden y marcas de diseño que cualquier artefacto humano lo cual da más razón para creer que existe una mente inteligente detrás de nuestro universo ya que lo opuesto seria aceptar que todo vino por un azar evolutivo y de la nada lo cual es filosófica y operacionalmente imposible e irracional.
Además, los objetos abstractos no mantienen o sostienen relaciones causales como tampoco pueden crear algo tan complejo y ordenado como la vida y el universo. Eso no es coherente. Solo un agente libre puede dar cuenta de un efecto temporal de una causa atemporal. No una fuerza o causa impersonal. Por tanto, la causa tiene que ser Alguien (en este caso, Dios) puesto que una mente inteligente con libertad de voluntad es un atributo personal.
En conclusión, a la ciencia no le importa tu ateísmo, sino que mas bien investiga cómo Dios construyó el universo pues la ciencia y la religión no se contraponen, sino que se complementan, se interrelacionan y son consistentes. En palabras del gran científico y ganador de Premio Nobel en Física, Max Born, “Solo la gente boba dice que el estudio de la ciencia lleva al ateísmo” y la realidad es que “Los ateos no lo son porque la ciencia les haya hecho negar la religión, son “ateos” por otras razones” (Francisco J. Ayala, biólogo español y miembro de la Academia Nacional de la Ciencia de EEUU y la Academia Americana de Las Artes y las Ciencias)
“Los hombres que saben muy poco de ciencia y los hombres que saben muy poco de religión se pelean, y los espectadores se imaginan que hay un conflicto entre ciencia y religión, mientras que el conflicto es sólo entre dos especies diferentes de ignorancia.” – Robert Andrews Millikan, físico experimental estadounidense ganador del Premio Nobel de Física en 1923 primordialmente por su trabajo para determinar el valor de la carga del electrón y el efecto fotoeléctrico