La Muerte y Indiferencia Religiosa

“La pálida muerte lo mismo llama a las cabañas de los humildes que a las torres de los reyes” – Horacio

       Cuando estudiaba teología en el Colegio Bautista de Bayamón, un grupo de jóvenes y yo decidimos darnos una vuelta por el Morro y el castillo de San Felipe de Puerto Rico. Allí vimos un antiguo cementerio y aprovechamos la ocasión para darnos un paseo para pensar, reflexionar y meditar en ese día cuando nos toque partir de esta tierra y encontrarnos con el Señor en el cielo. Es como cuando persona encuentra una tumba con el epitafio que dice, “Así como te ves, así era y así como me ves así serás”. En otras palabras, si hay algo seguro en esta vida es que todos vamos a morir algun día. A menos que todos estemos todavía con vida cuando Jesucristo venga en el arrebatamiento de los salvos. Pero como no sabemos hay que estar siempre preparados para cualquiera de estos dos viajes que tienen como destino el cielo. 
     Por otro lado, en su obra, "Pensamientos", el gran científico y filósofo cristiano, Blaise Pascal, criticaba el hecho de que el ateo indiferente estuviera preocupado exclusivamente por las cuestiones cotidianas de la vida y que no tuviera en cuenta el hecho objetivo e innegable de que tarde o temprano tenía que morir. A esto añade, "El hecho de que se encuentre hombres tan indiferentes a la pérdida de su estado y al peligro de una eternidad de miserias, no es cosa natural. " Pascal se asombra de que puedan existir hombres que frente a las preocupaciones "pequeñas" inviertan un esfuerzo y una pasión que agote en ellas todas sus energías, y que, en cambio, frente a los grandes temas que afectan a un ser humano se muestren indiferentes.
      Este mismo hecho impresionó a Jaume Balmes. Cómo puede ser, se pregunta de forma retórica el filósofo catalán, que el hombre pueda permanecer indiferente ante el futuro eterno de su alma, ya que: "Cuando suene la última hora, será preciso morir, y encontrarme con la nada o con la eternidad" Por tanto, el insensato dice: "qué me importan a mi esas cuestiones" y se arroja al río sin mirar por dónde. He aquí el indiferente en materias de religión." En palabras de Jesús, "Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee... y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?" (Lucas 12:15-21). 
        A veces cuando yo le pregunto tanto a amistades como a familiares inconversas si ellos murieran hoy, ¿están 100% seguros de que van a ir al cielo? Muchos se asustan y me dicen que no les gusta hablar de esos temas. Sin embargo, ignorar la realidad no resuelve el problema y la Biblia tiene mucho que decir sobre la muerte. Por ejemplo, en Eclesiastés dice, “Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto” (Eclesiastés 9:4,5).  En Hebreos también nos dice que está establecido que el hombre muera una sola vez y después de esto el juicio. 
      En otras palabras no va haber una segunda oportunidad. Los católicos podrán hacer todas las misas que quieran y rezar el rosario millones de veces. Pero no importa todas las misas o rezos que se haga, ni la estructura de la tumba (pobre o lujosa), la Biblia claramente advierte: “Los que confían en sus bienes, Y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan, Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, Ni dar a Dios su rescate (Porque la redención de su vida es de gran precio, Y no se logrará jamás)”. Por eso la Biblia dice "En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación…hoy es el día de salvación (1 Corintios 6:2) No dice mañana porque mañana puede ser muy tarde. Otros creen que son pocos los que van al infierno, pero según la Biblia, son pocos los que van al Cielo mientras que el infierno está lleno de "buenas" personas que creyeron que podían ser salvos sin la necesidad de un Salvador (Mateo 7:13-14).
          La muerte simplemente no discrimina y muchos sabemos cuando nacimos pero ninguno sabe cuándo, dónde y cómo vamos a morir. El que usted sea sea joven tampoco le garantiza que usted tiene una vida por delante como muchas personas dicen. De hecho, los cementerios y los hospitales están llenos de jóvenes. Así que, lo mejor que uno puede hacer es estar preparado de antemano.  Por tanto, entendemos la preocupación de algunos inconversos cuando le hablamos de la muerte. 
         Otros, como un profesor universitario que tenía, creen que la muerte no debe ser tan mala porque nadie quiere regresar. Sin embargo, no es que no quieren sino que no pueden. En Lucas 16 se cuenta de un rico insensato que despertó en el infierno que quería regresar a la vida para advertirle a sus 5 hermanos para que no fueran también a ese lugar de tormento PERO no se le permitió. En otras palabras, no podía hacer nada. Por tanto, esa creencia de que hay espíritus vagabundos no existe.  
          Además, la muerte no es tan mala para los justos, porque para los inconversos significa la condenación eterna pero para nosotros que somos SALVOS la muerte es la entrada a la Gloria y la felicidad eterna, el comienzo de la inmortalidad, es dormirse entre los hombres y despertar entre los ángeles. Por eso la Biblia dice que la muerte de los santos es grato a los ojos de Jehová. O como dice el apóstol Pablo “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Más si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;” (Filipenses 1:20). 
         Mas el rey sabio, Salomón, también decía en Eclesiastés que “Mejor es el día la muerte que el día del nacimiento”. Y claro, esto solo se puede aplicar a los que somos salvos porque para los inconversos la muerte es algo terrible si mueren en sus delitos y pecados. Por último, todos vamos a regresar porque la Biblia dice que los justos van a resucitar para vida eterna mientras que los injustos van a resucitar para condenación eterna. En esto pensé cuando algunos de los jóvenes estábamos dando una caminata por el cementerio donde nos reímos porque una compañera encontró una tumba con mi nombre. 
        Pero además del nombre del difunto, otra cosa que nos fijamos es en la fecha que nació (-) y la fecha que murió. Si murió joven o si murió viejo. Pero como decía nuestro pastor, "Es más preferible vivir poco tiempo y ser salvo que vivir largo tiempo y ser condenado" (Vea Eclesiastés 4:13). Así que, si murió joven o murió viejo eso no es lo importante. Lo importante es si fue salvo o no. ¿En dónde se encuentra ahora esa persona? ¿Cuánto tiempo lleva en el cielo o en el infierno? 
     A veces uno trata de descifrar estas preguntas observando la estructura, el diseño o el mensaje que contiene la lápida. Por ejemplo, si la tumba tiene un texto de Juan 11:25: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” es posible que esa persona fue cristiana y si lo fue entonces la próxima pregunta sería, ¿qué hizo durante ese periodo de vida que estuvo en la tierra? ¿La utilizó para el progreso y beneficio de la iglesia? ¿Cuántas almas ganó para Cristo? ¿Trabajó para el Señor o perdió su tiempo en las cosas de este mundo? Si buscamos en nuestras Biblias en Apocalipsis 14:13 ahí vamos a ver que en esta vida cristiana no hay jubilación. Esto es hasta que el Señor venga o hasta la muerte (Salmo 71). 
        Todos tenemos diferentes habilidades, dones y talentos pero todos podemos hacer algo para el Señor. Aquellos hermanos que ya partieron con el Señor se nos adelantaron en el camino pero damos gloria a Dios porque ahora se encuentran descansando de sus trabajos en la presencia del Señor. De modo que nosotros tenemos que estar preparados para cuando nos toque a nosotros y el Señor nos pueda decir: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” 
        Todas las lápidas que vimos tenían fechas, edades, estructuras, diseños, mensajes y epitafios diferentes. Pero todos tienen algo en común. Todos están muertos. Sin embargo en Mateo 28:1-6 se puede encontrar que en la tumba de Jesucristo había un mensaje muy diferente a los epitafios que hemos visto en las tumbas de los cementerios: “No está aquí pues ha resucitado”. En otras palabras, aquí vemos una tumba vacía que nos llena de esperanza pues la resurrección de Cristo es la garantía de la nuestra. 

En fin, “Aquel que no se prepara para la muerte es más que un tonto ordinario, es un loco.” – Charles Spurgeon

-Sherlock-