EXORCISMOS Y DEMONIOS
“Satanás es poderoso, pero no todopoderoso”
Exorcismos y demonios poseen la taquilla. Películas como “El Exorcista”, “Constantine”, “The Exorcism of Emily Rose” y otras se han colocado entre las favoritas y al tope de la lista de las más taquilleras del mundo del cine con una ganancia de millones de dólares según la empresa especializada Exhibitor Relations. Las librerías cristianas no son la excepción. Libros como “Cerdos en la Sala”, “Maldiciones Sin Quebrantar”, “El Vino a Dar Libertad a los Cautivos” y otros que tratan sobre este mismo tema han sido un éxito de librería con una enorme publicidad. Vale mencionar que esto ha aumentado el número de personas que visitan al psiquiatra o a un exorcista asegurando que han sufrido los mismos síntomas de posesión demoníaca presentados en Linda Blair (The Exorcist).
Pero empecemos definiendo los términos. La posesión demoníaca es el control directo de un individuo por uno o más demonios que habitan en el. Los individuos poseídos no tienen la capacidad de separarse a sí mismos del control del demonio(s). El término “ser poseído por un demonio” o “ser endemoniado” ocurre tres veces en el Nuevo Testamento, todas en los Evangelios (Mateo 4:24; 12:22; Marcos 5:15-18; Lucas 8:36; Juan 10:21). El mismo fenómeno se describe en los términos “echar de” o “salir de”(Marcos 1:25-26; 9:25). Después de Pentecostés la posesión de demonios y el exorcismo se mencionan solamente en Hechos 5:16; 8:7; 16:16-18; 19:12. Características. Las características de la posesión demoníaca pueden ser tan variadas como las actividades de los demonios, pudiendo esta calificarse de leve o severa y hasta extravagante. No se describen muchos síntomas específicos en los relatos, pero pueden incluir lo siguientes: anormalidades físicas, como mudez, ceguera, y convulsiones (Mateo 9:32; 12:22; Lucas 9:39), la autodestrucción (Marcos 5:5; Lucas 9:42); locura (a lo menos las personas pensaban que los demonios podían producir esto, Juan 10:20); fuerza sobrehumana (Marcos 5:3-4); y poderes ocultos (Hechos 16:1618).
Aunque los demonios pueden hacer estas cosas en las personas, esto no significa que toda enfermedad, venga de la actividad demoníaca. La Iglesia Bautista y algunas iglesias protestantes cree en la existencia de Satanás y los demonios. No son humanos pero sí son sobrehumanos con inteligencia, voluntad, experiencia, y poder superior. En los evangelios los vemos como a espíritus sin cuerpo, que entran en el hombre, de quien se dice luego que tiene demonio. En algunos casos, más de un demonio fija residencia en la misma víctima (Marcos 16:9; Lucas 8:2). La persona que está bajo la influencia del demonio no es dueña de sí misma; el mal espíritu habla por medio de su boca, o lo deja mudo a voluntad, lo lleva adonde quiere y por lo general lo emplea como instrumento suyo impartiendole a veces para ello poder sobrenatural (Marcos 5:3; Hechos 19:16).
¿Cómo expulsar o echar fuera demonios? Los líderes exorcistas del Catolicismo Romano empiezan con rezos, la bendición, salpicando agua bendita, la imposición de manos en el poseído y la señal de la cruz. Sin embargo cuando Jesús expulsaba demonios lo hacía con pocas palabras, no con agua bendita, ni con aceite, ni con un exorcismo de 34 horas, ni con palabras mágicas (Mateo 8:16-17). Jesús tampoco tocó a un endemoniado y nunca pasó horas o días repitiendo conjuros sino que con Su sola palabra hacía a la gente libre y lo hacía instantáneamente. Habiendo dicho esto, creo que tenemos que hacernos una serie de preguntas cómo: ¿Puede un cristiano estar poseído por demonios? ¿Puede un demonio habitar en el interior de un creyente o en alguna parte de su cuerpo? ¿O la Biblia enseña que solo hay enemigos externos? Hay un movimiento entre los evangélicos que dicen que sí. La popularidad de este movimiento se puede ver en seminarios y en libros clasificados como “bestselling” las cuales promueven esta enseñanza.
Estas personas se obsesionan tanto con esta idea tratando de convencer y acusar a otros cristianos de que tienen demonios y de que ellos son los “expertos” que tienen a cargo lo que ellos llaman el ministerio de liberación. Es trágico y cruel cuando un cristiano está pasando por una situación difícil como la muerte de un familiar y que venga unas personas a decirle que su situación se debe a que necesitan liberación porque están maldecidos y tienen demonios. Sin embargo en ninguna parte de la Biblia encontramos a un cristiano liberando a otro cristiano de ninguna cosa, en ningún momento. Cristo echo fuera los demonios de la gente INCONVERSA. Los cristianos bajo el poder del Espíritu Santo solo ejercían este ministerio en la gente inconversa o en personas que buscaban la salvación y necesitaba liberación. En el libro de Hechos solo hay tres de estos casos y cada uno de estos tienen que ver con alguien que no es salvo.
De hecho, la palabra “redimido” significa “ser hecho libre” y Pablo dijo a los de cristianos de Galacia “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres” (Gálatas 5:1). Más Colosenses 1:13 también deja claro que todos los creyentes han sido “librado de la potestad de las tinieblas, y trasladados al reino de su amado Hijo,”. Sin embargo este movimiento establece que la mayor cantidad de pecado en los cristianos es causado por demonios. Por eso hablan de liberar y echar fuera el demonio de ataque del corazón, el demonio del cáncer, el demonio del sida, el demonio de adulterio, el demonio de lujuria, etc. Pero ¿qué dice la Biblia? ¿A quién debemos culpar por el pecado? A nosotros (Mateo 15: 18,19; Marcos 7:21-22; Santiago 1:13; Gálatas 5:17; Jeremías 17:9-10). Jesús no dijo que era un demonio homicida, demonio de lujuria o un demonio de malos pensamientos sino que era un problema de nuestro propio corazón. Para el cristiano el diablo y los demonios siempre son enemigos externos. El problema es que también tienen un agente llamado “Yo”.
Esto es difícil de reconocer para los que siempre quieren culpar a otros (como al diablo y sus demonios) por sus errores y pecados. Pero la Biblia es clara, por tanto seamos sinceros y reconozcamos que el pecado debe ser culpado por nuestro malo corazón. Pero hay una cura para este mal comportamiento del cristiano y esa es la manera bíblica. ¿Como limpiamos nuestros corazones? Con “el lavamiento del agua por la palabra” (Efesios 5:25-27). La Palabra de Dios es tan poderosa que “es mas cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu; las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4: 12).
Aunque los demonios pueden infligir enfermedades físicas (Mateo 9:33; 17:15-18; Marcos 5:4-5) no todos los problemas físicos y mentales resultan de la actividad demoníaca. (Mateo 4:24; Marcos 1:32,34; Lucas 7:21; 9:1). El Doctor Lucas distingue claramente entre las enfermedades causadas por demonios y enfermedades debidas a otras causas mas naturales (Hechos 5:16). Aunque el resultado del mensajero de Satanás (un demonio) para afligir a Pablo fue un “aguijón en la carne”, posiblemente una enfermedad y debilidad física de la vista (Gálatas 4:13,15), esto no significa que el demonio tuvo que residir en Pablo. De hecho, Pablo tuvo que manejar este “aguijón de la carne” enviado por Satanás, pero lo manejo con oración y dependencia en la gracia, no con un exorcismo (2 Corintios 12:7-10). Los versículos que aquellos cristianos citan para respaldar el punto de vista de que los creyentes pueden ser poseídos por demonios, usualmente son estos: 1 Samuel 16:13-14; Lucas 13:11-16; Hechos 5:3; 1 Corintios 5:5 y 2 Corintios 11:14. Pero cuando se examinan, estos versículos no comprueban que los creyentes pueden ser poseídos por demonios.
En Mateo 12:43-45 no se refiere a un creyente poseído por siete demonios. Note que el espíritu inmundo sale por si mismo del hombre, es decir, no fue echado fuera del hombre. Pero eso no es todo, en el versículo 44 dice “Volveré a mi casa”. En otras palabras la casa todavía le pertenecía por lo tanto aquí se está hablando de un hombre que nunca fue salvo. También note que el demonio encontró la casa “VACÍA”, o sea, no había un Salvador, Cristo no estaba en él. Por lo tanto Jesucristo le estaba aplicando esta escritura a los fariseos quienes eran los hombres que no creían en Él y quienes estaban sin salvación porque era a ellos que Jesucristo le estaba hablando (v. 38). En el versículo 45 también nos muestra que Jesús se refería a la nación judía que rechazaron a Cristo como el Mesías. Nada que ver con el cristiano. La referencia en 1 Samuel dice que un espíritu malo atormentaba a Saúl, pero no se expresa si la base de operaciones del demonio era dentro o afuera. Ni tampoco sabemos definitivamente la condición de Saúl ante Dios quien posiblemente nunca fue salvo.
En Lucas 13:11-16, Lucas le atribuye la deformidad de la mujer a un demonio, y el Señor la llama “hija de Abraham”. Algunos entienden que esto es un caso claro de un demonio que obra dentro de un creyente. Sin embargo, no está claro si “hija de Abraham” indica una creyente o simplemente que ella era una de las del pueblo escogido de Dios, Israel. Claramente, ella no era cristiana en el sentido post pentecostal de la palabra. El ministerio de Cristo de sacar fuera demonios y sanar a todos los enfermos fue Pre-cruz, Pre-Espíritu Santo (antes de Pentecostés). ¿Para qué? Para que se cumpliera la Escritura (Mateo 8: 16-17; 12: 22- 28;). El castigo sobre el hermano que estaba pecando en 1 Corintios 5 abarcó el entregarlo a Satanás (véase 1 Timoteo 1:20). Pero es debatible si esto significaba que Satanás y o demonios trabajarían desde dentro de su vida o simplemente que ahora lo estaba poniendo fuera de la comunión y protección de la iglesia en el dominio de Satanás, el mundo. Un creyente desobediente puede ser entregado a Satanás para la destrucción de la carne, pero el espíritu será salvo en el día del Señor Jesús (1 Corintios 5:5).
La Biblia claramente refuta la mala interpretación de los exorcistas modernos. El enemigo ni siquiera nos puede tocar (1 Juan 5:18) porque “mayor (Jesús) es el que esta en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). Somos santificados completamente y en cada área de nuestra vida en el poder de Dios: espíritu, alma y cuerpo (1 Tesalonicenses 5:21-23). Somos propiedad de Dios. Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. Dios está en nosotros (1 Corintios 6:19). No vemos en la Escritura que el Espíritu comparta este templo con alguien más. Pero ¿qué hay entonces de las manifestaciones en ciertos cristianos? En primer lugar, puede ser que en realidad estas personas están poseídas por demonios porque no son salvos. De hecho, aunque un exorcista echa fuera demonios eso tampoco significa que sea verdaderamente cristiano (Mateo 7:21-23).
Segundo, Hechos 5:3 expresa claramente que Satanás llenó el corazón de Ananías para que mintiese al Espíritu. Puesto que no hay razón para creer que Ananías no fuera creyente, aquí está una clara afirmación de que Satanás si lleno el corazón de un cristiano. Pero note que aquí no se usa la frase “posesión de demonios” o “endemoniado”. Por tanto, aunque la muerte de Cristo rompió el poder del diablo sobre nosotros, esto NO significa que no podemos ser engañados, influenciados, usados o tentados por el diablo pero sí significa que el diablo no puede residir en un creyente y tener poder sobre él. Como cristianos reconocemos que Satanás es fuerte, pero debemos tener cuidado de no exagerar su poder. Para los que creen en Cristo, ya es un enemigo derrotado (Juan 12:31) y se muestra fuerte solo con los que se rinden a él.
Uno no debe mirar hacia el exorcismo como la forma de atacar a Satanás y los demonios. La oración diaria, la lectura de la Biblia, la asistencia a la iglesia (días de servicio), la confesión de pecados, la resistencia a la tentación, comunión con los hermanos y la obediencia a las Escrituras son las verdaderas armas espirituales del cristiano (Efesios 6:11-18). Haciendo esto no tendremos que procurar a supersticiones, frases místicas, cacería de demonios o un ritual de exorcismos. “Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal” (2 Tesalonicenses 3:3). Aunque hay una falta de mandamientos directos (después de Pentecostés) de exorcizar demonios, el cristiano debe tratar la importunidad demoníaca igual que resistiría la tentación o lucharía contra las actividades de la carne. Debe examinarse a sí mismo para ver si hay algunas áreas de rebelión contra la ley o la voluntad de Dios, confesar cualquier y todo pecado conocido, estar preparado con oración y ayuno antes de expulsar los demonios de una persona en el nombre de Jesús, depender del poder del Espíritu que habita en él, el cual es mayor que Satanás, y usar toda la armadura de Dios (Mateo 18:11; Marcos 16:15).
Cuando se expulsa los demonios de un inconverso, esa persona se convierte en una casa barrida y vacía, es decir, una persona inconversa pero sin demonios. Esto es descrito mejor en Mateo 12:43-45. Es por eso que si la persona a quien se le ha sacado el demonio rehúsa convertirse a Jesucristo para que sea Dios el ahora habite en él, el cristiano no podrá impedir que los demonios vuelvan a atacar a esa misma persona, porque ningún ser humano puede garantizar que ata a los demonios o los manda al abismo (Mateo 12:43-45; Apocalipsis 3:20). Puesto que Cristo vino a dar “libertad a los cautivos” (Lucas 4:18) solo aceptando a Jesucristo como nuestro único y exclusivo Salvador podemos ser “verdaderamente libres” (Juan 8:32,36) y tener el Espíritu Santo para que more en nuestras vidas permanentemente y “para siempre” (Juan 14:16-17).
En resumen, no toda persona inconversa está endemoniada. No todos los problemas son iniciados por demonios, no todas las enfermedades físicas, no todos los problemas emocionales, no todos los pecados. Algunos surgen de causas naturales, algunos de la carne. Tanto el creyente como el inconverso se enferman debido a nuestra naturaleza pecaminosa que heredamos de Adán. No todo tiene que ver con el diablo y sus demonios. Finalmente, Para el creyente los demonios solo son enemigos EXTERNOS y el cristiano NO puede ser poseído por demonios porque es propiedad de Dios y el Espíritu Santo habita en su interior (Juan 8:32,36; 14:16-17). Echar fuera a los demonios simplemente no presta ninguna ayuda en esas circunstancias, pero pelear la buena batalla de la fe beneficia en todas las cosas.
“En cuanto a diablos y demonios se refiere, la raza humana puede caer en dos errores y de signo opuesto. Uno consiste en no creer en su existencia. El otro, en creer en los diablos y sentir por ellos un interés excesivo y malsano. Los diablos se sienten igualmente halagados por ambos errores.” (C. S. Lewis).