¿La Herida del Padre?
Muchas veces los ateos apelan a la falacia genética al acusar a los creyentes de querer creer en Dios porque necesitan un padre imaginario que los ame y le dé sentido a su vida. ¿Pero no será al revés? De hecho, varios estudios científicos y psicológicos demuestran que muchos ateos son los que no quieren creer en Dios por razones paternales. La ausencia de un padre amoroso y protector es la culpable de muchos males que afectan a los niños en nuestra sociedad tales como la delincuencia, las drogas, la obesidad, la pobreza, la inmoralidad sexual, problemas en la escuela y la depresión. El ateísmo no es la excepción.
Como muestra la conversación que tuvo el ex ateo Lee Strobel con la Dra Roberta Waters, presidenta de la Asociación Estadounidense de Psicoanalista y agnóstica, en una escena de la película documental y biográfica, “El Caso de Cristo”:
Waters – “Solo por curiosidad, ¿cómo es su relación con su padre? Déjame adivinar. ¿Distante, frio y no le muestra mucho amor?”
Lee Strobel – “Culpable de todo.”
Waters – “Me imagino que sabe de los ateos más importantes de la historia como Hume, Nietzsche, Sartre, y Freud quienes tenían padres que murieron cuando eran muy jóvenes o los abandonaron o abusaron de ellos. En el mundo de la terapia se le llama la herida del padre.”
De hecho, muchos famosos ateos y agnósticos como Sartre, Hume, Nietzsche, Freud, Darwin y Huxley asociaron al Padre celestial (Dios) con sus abusivos padres o porque nunca tuvieron uno cuando más lo necesitaron. Nietzsche por ejemplo nació en un hogar cristiano pero parece que la muerte de su joven padre (pastor luterano) cuando él tenía tan solo 5 años lo afectó tanto que ya en sus escritos juveniles estaba mostrando rebeldía contra Dios. De hecho, Heidegger, en “Sendas Perdidas” también incide en este punto y afirma que Nietzsche había barruntado desde muy temprana edad la idea de la muerte de Dios.
En la autobiografía novelada del filósofo ateo, Jean-Paul Sartre, también culpa el mal ejemplo de sus abuelitos maternos y otros resentimientos personales por su indiferencia religiosa. Hasta el también filósofo ateo, Karl Marx, sostenía que de manera analógica el hombre cree en Dios como un Padre amoroso por tener una vida cotidiana familiar por lo que trató de destruirla para sustituir a Dios y la familia por el estado comunista el cual se haría cargo de todas nuestras necesidades personales. En otras palabras, no es que realmente no crean en Dios, es que no les gusta Dios y lo culpan como un mal padre que permitió alguna mala o traumática experiencia que tuvieron en su pasado la cual no pudieron superar (Vea The Atheist Syndrome de John P. Koster).
Otros psicólogos como Marjuana Linderman han demostrado que el ateísmo es solo algo emocional (Vea The International Journal for the Psychology of Religion). Hasta el mismo científico ateo, Graham Lawton, admite que “…el ateísmo es psicológicamente imposible por la forma que el ser humano opera” en un artículo de la “New Scientist”. Por tanto, y como dice el científico, Francisco J. Ayala, “Los ateos no lo son porque la ciencia les haya hecho negar la religión, son “ateos” por otras razones”(Francisco J. Ayala, biólogo español y miembro de la Academia Nacional de la Ciencia de EEUU y la Academia Americana de Las Artes y las Ciencias). Después de todo, no hay excusa para ser ateo (Vea Romanos 1:20).
El ateísmo es simplemente algo psicológico que está basado más en resentimientos e indiferencia religiosa y no en evidencias. No tiene nada que ver con razones científicas o intelectuales sino morales. De hecho, muchos demuestran que en realidad son indiferentistas o misoteístas (o teofóbicos) con sus palabras y acciones (principalmente en las redes sociales). Claro, no falta el ateo que diga, “Pero también existen muchos cristianos que se criaron sin una figura paternal. ¿No aplica el mismo problema para ellos?” La respuesta es no puesto que los cristianos logran superarlo y aprenden que “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá.” (Salmo 27:10). He ahí la diferencia.
En fin, aquellas personas que se identifican falsamente como “ateos” pueden tener otras razones psicológicas (como el narcisismo). Pero el que en nuestra sociedad se haya producido un evidente eclipse de Dios y de los valores que en Él se fundamentan, no quiere decir que el ansia de transcendencia haya desaparecido del corazón de las personas, puesto que el ser humano es metafísico por naturaleza (Aristóteles: Metafísica; 1, 980ª 21), saludos.
-Sherlock-