¿Las personas a quienes se les niega una transfusión de sangre son víctimas de religión?
Millones de cristianos reciben y donan sangre y miles de hospitales fundadas por gente religiosa emplean a diario las transfusiones de sangre por lo que es deshonesto y una falacia de generalización apresurada asumir que porque una creyente se negó a recibir sangre para salvar su vida por ende es culpa de Dios o la religión en general. De hecho, es gracias al cristiano Dr. Charles R. Drew, conocido por sus investigaciones sobre transfusión de sangre y bancos de sangre, el que muchas personas (incluyendo ateos) son salvos de la muerte con estas técnicas médicas.
Sin embargo, quizás algún ateo diga que los llamados “testigos” de Jehová dejan morir a sus hijos en los hospitales porque las transfusiones de sangre están prohibidas en la Biblia y que por eso Dios no es amor. ¿Pero es esto cierto? Sin embargo, el caso de Emma Gough fue una muerte innecesaria al igual que la de otros que se dejan morir en hospitales ya que tales prohibiciones vienen por obediencia ciega a la Sociedad Atalaya y no a la Biblia. Si estudiamos cuidadosamente todas las referencias en la Biblia acerca de la sangre nos daremos cuenta que al leer el contexto tienen que ver con comer sangre (cosa que no se hace en una transfusión de sangre) o con el homicidio, de quitarle la vida a una persona. Pero esto no tiene nada que ver con las transfusiones de sangre. Cuando una persona dona sangre no muere y la persona que recibe la sangre tampoco sino que en la mayoría de los casos se salva su vida. Esto nos parece un cuadro hermoso de amor cristiano que uno se sacrifica para salvar la vida de otro. Nos hace comprender mejor lo que hizo Jesucristo cuando dio su sangre para salvarnos del pecado (1 Juan 3:16).
Sin olvidar que las transfusiones de sangre ni siquiera existían en tiempos bíblicos y que los judíos ortodoxos modernos todavía observan esta regla de no comer sangre pero no están en contra de las transfusiones por la sencilla razón de que en las transfusiones de sangre no se come la sangre. Estamos seguros de que nuestro Señor Jesucristo le diría a los falsos testigos de Jehová como les dijo a los fariseos de su tiempo:“¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla?” (Lucas 6:9). Por tanto, si se pregunta qué desea Dios que hagamos cuando nuestra sangre podría ayudar a alguien, ¿deberíamos donar sangre o no? ¿Le salvaría la vida, o dejaría que se muera? En Proverbios 3:27 se nos dice: “No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo” y que mejor ejemplo que el buen samaritano (Lucas 10:30-37; Mateo 12:10-12; Romanos 13:8-10 y Gálatas 5:14).
En fin, estas muertes inútiles sobre el altar de la Sociedad Atalaya llevan a otros a ver a un Dios como no es. Nosotros no adoramos a un Dios que se complace en muertes sin sentido, nuestro Dios no impone pruebas de obediencia sin sentido, nuestro Dios es misericordioso y benévolo, y nos da siempre una razón para lo que creemos. No equiparemos a Dios con Baal y otros falsos dioses, saludos.