¿Fueron ateos Sartre, Camus y Nietzsche?
“Prefiero vivir mi vida como si hubiera un Dios y morir para encontrar que no lo hay, que vivir mi vida como si no lo hubiera y morir para encontrar que lo hay” – Albert Camus
Tal parece que los filósofos Camus, Sartre y Nietzsche no eran tan “ateos” después de todo. El existencialista francés y ganador de Premio Nobel de Literatura, Albert Camus, no fue ateo sino agnóstico como se suele decir. De hecho, dijo que “A menudo leo que soy ateo. Oigo hablar de mi ateísmo, pero esas palabras no me dicen nada, no tienen sentido para mi”, escribe en 1954. También admiraba mucho a los filósofos cristianos como Agustin y Pascal y siempre luchó incansablemente por alcanzar la fe. Camus no tuvo en su niñez una educación religiosa pues su madre, según Camus, nunca le hablaba de Dios y para él “se era católico como se es francés”.
Camus rechazó el marxismo, pero desilucionado tras el divorcio con su mujer, el abandono del Partido Comunista, y la tragedia de la Segunda Guerra Mundial hizo que buscara un sentido para la vida. Pero solo halló lo que otros filósofos han encontrado, que sin Dios la vida es irracional y absurda. De modo que la cuestión del sentido se convirtió en el sentido de Camus, a tal punto que lo lleva en 1942 a afirmar: “No hay mas que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. La cuestión de si vale o no la pena vivir es la pregunta fundamental de la filosofía.”
De ahí que en su famoso articulo “La Crisis del Hombre” escriba, “Si no se cree en nada, si nada tiene sentido y si en ninguna parte se puede descubrir valor alguno, entonces todo esta permitido y nada tiene importancia. Entonces no hay nada bueno ni malo, y Hitler no tenia razón ni sinrazón… Si nada es verdadero o falso, nada bueno o malo, si el único valor es la habilidad, sólo puede adoptarse una norma: la de llegar a ser el más hábil, es decir, el más fuerte. En este caso, ya no se divide el mundo en justos e injustos, sino en señores y esclavos. El que domina tiene razón”.
El artículo causó fuerte impacto en Europa. Sin embargo, Camus comprendía que si no hay verdad, de leyes sólo queda la de la selva. Evidentemente la actitud de Camus era muy distinta a la de su colega Sartre. Camus era ante todo humilde: anhelaba valores, sentido y a Dios. No le faltaba cierta razón. Camus, era un pensador respetable, como diría Spaemann, no un agnóstico que trivializara el problema del sentido de la vida. Reconocía honradamente que la filosofía del absurdo era impracticable, incluso inimaginable. En cambio, Sartre era ante todo soberbio: quería el mismo crear valores y sentido; en suma quería ser Dios. El agnosticismo de Camus era de premisa provisional; el ateísmo de Sartre era una premisa dogmatica y, en rigurosa consecuencia, el hombre una pasión inútil; y la libertad, una condena.
Albert Camus no le daba mucha importancia al tema de Dios no prueba su inexistencia pero eso solo demostraba que su falta de fe estaba basado en la indiferencia y no en evidencia. Sin embargo, Camus admitió que “nada puede desalentar el ansia de divinidad que hay en el corazón del hombre” (El Hombre Rebelde, p. 17) y ya es sabido que al final de sus dias, Camus creyó en Dios y hasta visitó la iglesia del pastor Howard Mumma donde le pidió el bautismo. Pero esto es un hecho que muchos fanaticos y deshonestos ateos prefieren ignorar. De hecho, Camus publicó La Caida en 1956, muchos pensaron que el famoso filosofo existencialista estaba a punto de convertirse al Cristianismo e incluso se le vio aparecer varias veces en una iglesia metodista, en el edificio neo-gótico que había desde la Primera Guerra Mundial en pleno Quai d’ Orsay.
Se sentaba al final con gafas de sol y a veces se iba antes de terminar el servicio, sin saludar a la salida. Fue ahí donde conoció al pastor metodista Howard Mumma, y es justamente gracias a Mumma que hoy conocemos que el incansable buscador de sentido finalmente lo halló. El pastor revela varias de las conversaciones personales que mantuvo con él en Paris en su libro titulado “El Existencialista Hastiado: Conversaciones con Albert Camus” Camus hasta le pidió el bautismo. Pero el pastor le dijo que si esta de verdad dispuesto a confirmar su fe que vuelva a la iglesia el verano siguiente, cuando haya estudiado un poco más y este más preparado. Las últimas palabras de Camus a Mumma fue que seguiría luchando por alcanzar la fe. Pero unos meses después falleció en un accidente cuando el automóvil que manejaba su amigo se estrelló contra un árbol. Tenia 46 años.
La pregunta es si Camus logró alcanzar esa fe, el sentdo a la vida y si dejó su agnosticismo para convertirse en creyente antes de morir. Se cree que sí porque el mismo Camus escribió en La Peste (1947): “Dios hace hoy en día sus criaturas el donde ponerlas en una desgracia tal que les sea necesario encontrar y asumir la virtud más grande, la de decidir Todo o Nada.” Esto da entender que Camus decidió por el Todo, no solo en el último momento, sino durante toda su vida, como el Sísifo de su obra nunca dejó de empujar la roca de la fe, no importa cuantas veces se le cayera. Por tanto, como él mismo decía, “hay que imaginarse a Sísifo feliz”. Que Dios lo tenga en su gloria. La editorial Vozdepapel, dentro de la colección Veritas, publicó el libro titulado El existencialista hastiado. Conversaciones con Albert Camus”, con Prólogo de Daniel Sada y Estudio introductorio -semblanza muy ilustrativa del Nobel francés- de José Angel Agejas. Constituye un volumen de 180 páginas de gran interés.
¿Y que hay de Jean Paul Sartre? Es interesante saber que Jean Paul Sartre escribió una obra de teatro cuyo tema central era la Navidad. Sin embargo, sabemos que eso no le convierte en un «autor cristiano». Su ateísmo era militante y es muy admirado por muchos antireligiosos. Sin embargo, también le llegó a Sartre la hora de la verdad: días antes de su muerte, acaecia en Paris el 15 de abril de 1980, el diario Le Nouvel Observateur recogió uno de sus últimos diálogos con un marxista: “No me percibo a mi mismo como producto del azar, como una mota de polvo en el universo, sino como alguien que ha sido esperaro, preparado, prefigurado. En resumen, como un ser que solo un Creador pudo colocar aquí; y esta idea de una mano creadora hace referencia a Dios.” – Jean Paul Sartre, 1980.
La filósofa pedófila Simone de Beauvoir, la compañera de Sartre, cabreó tanto con Sartre en sus últimos días y quedo tan alucinada que dijo, “Todos mis amigos” – declaró – ella “todos los sartreanos, todo el equipo editorial me apoya en mi consternación”. Y no era para menos. El máximo representante del humanismo existencialista, aquel que había dicho, “el existencialismo ateo que yo defiendo es el más coherente”, ahora creía en Dios (Cfr. Norman Geisler, The Intellectuals Speak Out About God, Chicago, 1984)
¿Y que hay de Friedrich Wilhelm Nietzsche? Las desgarradoras y llamadas “oraciones al Dios desconocido” de Nietzsche las cuales están recogida en la compilación de 2.397 fragmentos póstumos suyos también nos hace preguntar si realmente era ateo. Esta plegaria por ejemplo la escribió cuando tenía 44 años:
“Dame amor… ¿quién me ama todavía? ¿quién, aún, me da calor?
Tiéndeme manos ardientes, dale un brasero a mi corazón…
ofrécete, sí, entrégate a mí, ¡tú, el más cruel enemigo!
¿Huyó? Él mismo ha huido, mi único compañero,
mi gran enemigo, mi desconocido, ¡el Dios verdugo!
¡No! ¡Vuelve otra vez! ¡Con todos tus suplicios!
Vuelve a mí, ¡al último solitario!
Mis lágrimas, a torrentes,
discurren en cauce hacia Ti,
y encienden en mí el fuego
de mi corazón por Ti.
¡Oh, vuelve, mi Dios desconocido!
Mi dolor, mi última suerte, ¡mi felicidad!”
– Friedrich Nietzsche, Friedrich Würzbach Das Vermächtnis Friedrich Nietzsches: Versuch einer neuen Auslegung allen Geschehens und einer Umwertung aller Werte (El legado de Friedrich Nietzsche.
A pesar de las dificultades para publicar todos los escritos de Nietzsche que todavía no habían salido a la luz después de su muerte, el trabajo editorial de Würzbach está reconocido a nivel internacional y otros libros, como Friedrich Nietzsche de Jorge Manzano (Universidad Iberoamericana, Ciudad de México), recogen también oraciones del exaltador del “superhombre”, escritas en distintos momentos de su vida.
Pero la que más ha llamado la atención es el último libro que el mismo Nietzsche escribió al final de sus días y llamado “Mi hermana y yo” donde también admitió creer en Dios. Quizás esto explique el porqué fue enterrado en la iglesia de su pueblo natal de Röcken juntamente con su hermana Elizabeth Förster-Nietzsche y el resto de su familia.
Aca algunas de sus citas de “Mi hermana y yo” – El último diario de Friedrich Nietzsche:
“Como ya he escrito, ¿qué es más terrible que el último grito de don José?: ¡Sí, la he matado, mi Carmen, mi Carmen a quien adoraba! Sí, he matado a mi Carmen con el puñal de mi megalomanía, la he destruido no porque rehusara amarme, sino porque he rehusado amar a Dios, o aun admitir Su existencia. Y la «negación» de Dios ha sido terrible para mí, como es terrible Él con todos los ateos que niegan el divino Amor del cual procede todo amor.
[…] Se puso de moda el admirarme por mi negación de Dios, pero mi optimismo de Zaratustra es simplemente Jehová disfrazado. Ladrón de Dios, deshice los vínculos de mi ateísmo y me opuse a que Él se fuera. Quise una bendición de Él que ciertamente está muerto.
Pero ¿está muerto Dios? ¿Qué sucederá si me encuentro cara a cara con Él —
Nietzsche-Anticristo—, yo que construí mi vida en la roca de la incredulidad?”
“Mi casa se derruyó y fue grande su ruina. El anticristo [titulo de uno de sus famosos libros donde critica la Iglesia y en la cual se identifica asimismo como el Anticristo] yace en ruina, delante del indestructible pie del Cristo calzado con el amor del mundo, el amor que se manifiesta en hechos. Oh vida, no te burles de mi. Venciste Galileo, venciste en el mismo corazón de tu mayor enemigo. ¿Acaso a mi propia alma deberé ocultarle la victoria de Cristo para perpetuar el mito del anticristo, tema de mis futuros biógrafos?”
“-Venciste, Galileo-“; fueron las últimas palabras de Juliano el apóstata, y ahora Nietzsche toma las mismas palabras y se las aplica él, y le dice a Cristo: “Venciste Galileo en el corazón de tu peor enemigo”. Y dice: “¿Acaso a mi propia alma habré de ocultarle la victoria de Cristo para perpetuar el mito del anticristo, tema de mis futuros biógrafos?” Hoy todavía siguen los biógrafos, a cien años de muerto, honrando a Nietzsche, leyendo sus obras de juventud; pero esta final palabra vale más que todo lo que escribió y es mucho mejor que todos los volúmenes de obras completas de él.
Es interesante saber que este libro fue redactado en el manicomio de Jena donde su hermana Elisabeth lo cuidaba. Cuando ella murió y al final de la vida de Nietzsche fue que empezaron a publicarla. Nietzsche estaba allí porque se había enloquecido, pero tenía sus momentos de lucidez; éste, por ejemplo, creo que fue el momento más lúcido de su vida. De hecho, su historia nos recuerda en cierta manera a la del rey rebelde llamado Nabucodonosor que también acabo loco, pero después se volvió al Señor.
Lugar de entierro de Nietzsche
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