La Biblia y el Coronavirus
Hay diferentes teorias sobre el origen del coronavirus. Algunos creen que fue creado en un laboratorio en China y otros creen que es culpa de la ingesta de animales exóticos como los murciélagos. De todas formas lo que sí sabemos es que la manera de prevenir dicha enfermedad (COVID-19) por la Organización Mundial de Salud es lavarse las manos, quedarse en casa, evitar contacto físico, desinfectar y limpiar las superficies. Sin embargo, ya la Biblia había hablado sobre estas medidas sanitarias, la bacteriología y la zoonosis que es la transmisión de una infección de los animales a los seres humanos. En Levítico 19:19-42 por ejemplo se asocia el virus con el consumo de ciertos animales como el murciélago que es una de las practicas asiáticas más cuestionadas y criticadas por los occidentales.
De hecho, no fue hasta hace unos 100 años cuando se descubrió que muchas enfermedades son causadas por gérmenes que se propagan por el contacto de una persona en contacto con la que ya está infectada. Ahora se sabe que los animales que Dios prohibió a su Pueblo están sujetos a infecciones parasitarias y que los otros solamente son seguros consumirlos si han sido alimentados apropiadamente y si han sido bien cocinados antes de ingerirlos. ¡Y aún más!…El ciclo de tiempo digestivo de estos animales, a los cuales la Biblia llama “animales que no eran limpios”, es insuficiente para destruir las impurezas parasitarias antes de que la comida consumida se convierta en carne. Por otra parte, los animales que Dios permitió se consumieran son todos considerados por la ciencia moderna como los más seguros y médicamente recomendables. Los insectos que Dios permitió que se consumieran aún son consumidos en ciertas regiones de la tierra tanto como hoy consumimos res en el Oeste.
Con respecto al nacimiento de la industria sanitaria ya Moisés habia instaurado leyes sanitarias tan modernas que hasta son comparables con las de hoy. La historia del hombre está repleta de situaciones en las que una “plaga” redujo una población. Estas plagas no eran más que el resultado de medidas sanitarias mal instauradas o no instauradas en lo absoluto. En una de estas plagas en Europa, después de intentarlo todo, los “científicos de la época” recurrieron a los métodos del Antiguo Testamento y ¡dentro de 5 meses la epidemia había sido controlada! (Vea por ejemplo Deuteronomio 23:12-14) y otras fueron dadas para la higiene personal las cuales estaban y siguen estando por encima de las usadas en otros países contemporáneos. Esto lo vemos cuando se recomendaba el aislamiento o la segregación de los infectados (cuarentena) mientras se daba tratamiento a la enfermedad de que padecían.
La costumbre hebrea de lavarse el cuerpo, las manos y los pies frecuentemente en agua limpia o corriente (Lv. 15) se fundamenta también en la Biblia. Los judíos tenían dos tipos de lavamiento: uno para propósitos religiosos de purificación, que incluía todo el cuerpo, y otro, que era el lavado ordinario de manos y pies, que se practicaba a diario y se aplicaba también a vasos o recipientes utilizados en las comidas (Mt. 25:2; Mc. 7:3-4). Las seis tinajas de agua mencionadas en la boda de Caná servían precisamente para dicho propósito (Jn. 2:6).
Sin embargo, los fariseos multiplicaron innecesariamente los actos por los que uno podía quedar contaminado, lo que requería frecuentes lavamientos ceremoniales, que Jesús criticó acusándoles de hipocresía (Mc. 7:2-3). A pesar de todo, no cabe duda de que tales medidas higiénicas -tanto por motivos religiosos como sanitarios- contribuyeron a proteger la salud de los hebreos, en una época en la que no se sabía nada acerca de los microbios perjudiciales. Es, por tanto, razonable creer que la sabiduría divina estaba detrás de tales medidas sanitarias que se transmitieron de generación en generación.
Todas estas leyes médicas en la Biblia que Moisés implantó en el pueblo israelí eran muy avanzadas para su tiempo. Es por eso que en su libro “The Physician Examines the Bible”, C. Raimer Smith escribió: “Me sorprende tanto que la Biblia es tan exacta desde el punto de vista médico. […] Cuando se refiere a algún tratamiento, como para diviesos, heridas, etc., está en lo correcto hasta al juzgarla por las normas modernas. […] Una gran cantidad de personas todavía creen en muchas supersticiones, como las de que una castaña en el bolsillo evita el reumatismo; que el tocar sapos con las manos causa verrugas; que el llevar franela roja alrededor del cuello sana una garganta irritada; que el cargar asa fétida en una bolsita evita que uno contraiga enfermedades; que cada vez que enferma un niño tiene gusanos, etc., pero en la Biblia no se encuentran declaraciones de esa índole. Esto en sí mismo es notable, y para mí es otra prueba de su origen divino”.
Fuentes: