“¡En China podemos criticar a Darwin, pero no el gobierno. En Estados Unidos puedes criticar el gobierno, pero no a Darwin! – Dr. Jun-yuan Chen, paleontólogo chino
El que ha visto el video documental de Ben Stein titulado “Expulsado: No se permite la inteligencia” o “IndoctriNation” de Joaquín Fernández sabe que cualquier cientifico, profesor o estudiante que se atreva a cuestionar la evolución de Darwin es tratado como un “hereje” por los adoctrinados de dicha teoria. No al reves. Como dice el cientifico, Dr. Phillip Skell, “La comunidad académica es increiblemente intolerante con las personas que no pagan lealtad a las ideas darwinistas, y no dudan en sacar así a una persona de la comunidad, despedirla y hacer la vida generalmente miserable para esa persona. Incluso un desprecio tan leve del punto de vista darwiniano se considera tan peligroso entre muchos de los biólogos evolutivos que una persona así se aleja de la profesión.” (Dr. Philip Skell, miembro de la Academia Nacional de Ciencia en EEUU).
Hasta el profesor evolucionista, Richard Lewontin, armó un gran escándalo cuando declaró: “Para poder pertenecer a la academia científica, nos obligan a creer en la evolución, y aquel que se oponga es sacado de la Academia científica” (Richard Lewontin, “Billions and Billions of Demons”, Crítica de Libros del New York Times, 9 de enero de 1997, pág. 28 y Enseñando la Evolución, páginas 22-25). Por tanto, aunque históricamente la gran mayoría de los científicos no solo han sido cristianos sino también creacionistas, hoy en día, el científico (sin importar la cantidad de conocimientos que tenga en ese campo) que afirme ser creacionista podría ser discriminado y hasta despedido de su trabajo. La razón de esto es porque los administradores (en su mayoría ateos y teístas evolutivos) tienen el control de los ámbitos académicos modernos y no aceptan que se cuestione el dogma de la evolución ya que lo ven como algo totalmente infalible.
Algunos teístas evolutivos tratan la evolución como si fuera el libro 67 (o 74 si son católicos) y que cualquera que se atreva a pensar diferente es considerado como un falso científico (falacia de ningún verdadero escocés). De hecho, siempre se ha creído que los científicos y profesores eran libres de abordar cualquier cuestión, de seguir cualquier investigación sin temor a represalias. Pero como ha demostrado Ben Stein en su filme documental “Expulsado: No se permite la Inteligencia” (2008) y “IndoctriNation” de Joaquín Fernández ya esto no es así. Muchos científicos altamente calificados tales como Guillermo Gonzalez y Nancy Bryson fueron expulsados de sus trabajos solo por ser creacionistas.
De hecho, hasta evolucionistas como el biólogo Richard Sternbert también han sufrido la mismas consecuencias. Su vida se arruinó casi por completo al extraviarse de la línea establecida mientras era editor de una revista científica afiliada al prestigiosos Museo Smithsoniano de Historia Natural. ¿Cuál fue el “crimen” del Dr. Sternbert? Permitir la publicación de un artículo en el que otro científico, el Dr. Meyer, sugería que quizás el diseño inteligente podría explicar cómo se originó la vida. Así que, la realidad por la que muchos aceptan la evolución “no es porque se haya observado que ocurra ni porque se pueda comprobar ser la verdad por medio de la evidencia lógicamente coherente, sino porque la única alternativa, la creación especial, es claramente increíble” (Profesor, famoso zoologista y evolucionista inglés, D.M.S. Watson). La idea de la creación simplemente choca con sus creencias materialistas o políticas.
Sir Arthur Keith, otro evolucionista inglés de renombre, también admite lo mismo diciendo que “La evolución no se ha comprobado y no se puede comprobar. La creemos porque la única alternativa es la creación especial, cosa no aceptable” (las dos citas del libro “Did Man Just Happen?” por el Sr. W. A. Criswell, p. 71). El científico estadounidense y ganador de Premio Nobel de Fisiología o Medicina, George Wald de Harvard, también confirmó esto cuando escribió: “No quiero creer en Dios, por eso escojo creer lo que es científicamente imposible, que la vida surgió espontáneamente por azar”. Por esta razón, muchos científicos de un siglo atrás escogieron considerar la creencia de la generación espontánea como una necesidad filosófica (1954, pp. 45-53, énfasis añadido).
Hasta el famoso escritor y profesor de bioquímica en la facultad de medicina de la Universidad de Boston, Isaac Asimov, también admitió: “Después de todo, por el simple hecho de que estamos aquí nosotros estamos forzados a suponer que una vez en un tiempo a lo menos un caso de generación espontánea tomó lugar (suponiendo, además, que el uno elimina la consideración de la creación sobrenatural)” (1972, p. 1191, énfasis añadido; paréntesis comentado en original). La verdadera ciencia simplemente no trabaja de esta manera pues “ser forzado a creer en una sola conclusión (evolución) y que todo en el universo ocurrió al azar violaría la misma objetividad de la ciencia” (Werner Von Braun, padre del programa espacial de la NASA y científico creacionista, carta a California State Board of Education, 14 de septiembre del 1972).
Incluso Darwin mismo escribió: “Aunque hasta la fecha no tiene ninguna evidencia digna de algo, en mi opinión, estando adelantado en favor de algo viviente siendo desarrollado de la materia inorgánica, todavía no puedo evitar creer en la posibilidad de que esto será probado algún día en concordancia con la ley de la continuidad” (como citado en Francis Darwin, 1903, 2:171). Darwin, también, se dio cuenta de que no tenía elección. O debía aceptar la generación espontánea, o aceptar la creación especial. Otros científicos evolucionistas como Karl Ludwig von Bertalanffy, Paul Lemoine y muchos otros también reconocen esto. Obviamente este tipo de actitud intolerante NO ayuda al progreso y la libertad en la ciencia y la tecnología. Además de que presentar una sola teoría y no ambas de manera objetiva no es educar sino adoctrinar.
Hasta un inmunologo de la Kansas State University , el Dr. Scott Todd, dijo que “Aun si toda la información apuntara a un diseñador inteligente, tal hipótesis es excluida de la ciencia porque no es naturalista” (Dr. Scott Todd, revista Nature 410 (6752): 423, 30 de septiembre de 1999). Hay que darle crédito a este cientificista, por lo menos es honesto en admitir que no importa si toda la evidencia apoya el diseño inteligente y contradice la evolución seguirá creyendo en la evolución (Vea 2 Pedro 3:5). Todo esto confirma las palabras del profesor evolucionista, Richard Lewontin, de que hoy en día la teoría de la evolución es muy aceptada por la comunidad científica no porque es verdadera ciencia sino porque como admite Lewontin, “No se permite un pie divino, en las Academias científicas.”
Son muchas las universidades, instituciones y redes de comunicación que son controlados por un gobierno secular o una élite que no solo trata de callar la libertad de expresión de aquellos que no comulgan con sus ideologías políticas sino también evolucionistas, ateístas o materialistas. Lamentablemente, esto es un fenómeno que ocurre también en otras partes del mundo, donde se refleja la misma tendencia. Pero esto no es nada nuevo, lo mismo hicieron dictadores evolucionistas como Stalin, Mao y Hitler en sus propios sistemas de educación (seculares).
Sin embargo y a pesar del constante bombardeo que recibimos de la teoría de la evolución a través de los medios de comunicación de izquierda, el sistema de educación pública, Hollywood, la televisión, las caricaturas y muchas falsas religiones, todavía quedan muchos científicos que están dispuestos a reconocer a Dios como el Creador de todas las cosas. Esto lo hacen poniendo en riesgo de perder sus carreras porque saben que han podido ver más lejos en los hombros de gigantes como Newton, Kepler, Pascal, Faraday, Maxwell, Kelvin, Fleming y otros grandes científicos creacionistas. De hecho, los últimos tres mencionados ya tenían conocimiento de la teoría de Darwin y los tres la rechazaron. Algo que la ciencia secular moderna nunca publica.
En fin, no todos los científicos creen en la evolución y el que la mayoría la acepten no lo hace correcto (falacia ad populum), saludos.
Fuentes:
Expulsado: No se Permite la Inteligencia de Ben Stein (subtitulado y disponible en Youtube)
“IndoctriNation” de Joaquín Fernández
The Politically Incorrect Guide to Darwinism and Intelligent Design de Jonathan Wells, Ph.D.
The A to Z of Darwin Dissent de Gary Thomas Sheedy
Para una lista de científicos que no son evolucionistas visite https://dissentfromdarwin.org/