CULTO AL ALCOHOL
En Puerto Rico estamos viviendo un culto al alcohol. Si lo dudan, fíjense en los anuncios televisivos donde se exalta tal o cual cerveza y licores de todas clases, todos ellos utilizando a jóvenes con el falso mensaje de que la vida no es vida si no te das un trago. Con comerciales de “que el cuerpo te la pide”, y si está “vestida de novia” mejor. Es por eso, que el alcohol es, para muchos, parte imprescindible de las fiestas, lo que hace que pierdan la noción de lo que es importante. De hecho, “En Puerto Rico tenemos una peculiaridad con el alcohol y es que culturalmente es aceptado, y dependiendo de los ambientes sociales un padre puede ver bien que el hijo tome una copa de vino o que coja un sorbo de alguna bebida”, destaca la doctora Margarita Moscoso, psicóloga escolar e investigadora del proyecto Consulta Juvenil, comisionado por la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA)” (El Nuevo Día, sábado, 12 de noviembre de 2005).
Pero ¡padres tengan cuidado! Más vale que no ofrezcan bebidas fermentadas a sus invitados y mucho menos a sus hijos. El profeta Habacuc predicó contra el licor diciendo: “¡Ay del que da de beber a su prójimo! ¡Ay de ti, que le acercas tu hiel, y le embriagas para mirar su desnudez! (Habacuc 2:15). Esto significa que no solo es pecado beber el vino, también es pecado venderlo. ¡Cantineros y hombres de negocios tengan cuidado! Dios ha pronunciado juicio contra ustedes. Dios no te tendrá por inocente si compras una ronda para ese cliente. Un cristiano no debería ser causa de tropiezo para sus propios hijos y para aquellos cuya conciencia no les permite beber alcohol (Romanos 14:21). No deberías tenerlo en tu nevera, ni en tu gabinete, ni en tu carro. Simplemente diga: “De ninguna manera, no tendremos aquí el veneno de Satanás”. ¡No lo dejes a tu alrededor porque “COMO SERPIENTE TE MORDERÁ!” Sácalo de tu hogar y de tu vida. No lo ofrezcas, ni lo toques, ni lo saborees porque la Biblia previene sobre los malos resultados de la bebida alcohólica.
Proverbios 20:1 advierte: “El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio.” La Biblia dice en Proverbios 23:20: “No estés con los bebedores de vino”. Esto significa que si ellos están teniendo una fiesta, nosotros NO iremos. Y luego en el versículo 21 “Porque el bebedor… empobrecerán,”. ¿Saben por qué EL BEBEDOR EMPOBRECE? Porque cuesta mucho dinero beber y la gente usualmente no bebe sola por lo que no solo compran para ellos sino también para otros. Luego no pueden comprar las cosas que necesitan porque han malgastado su dinero. En Proverbios 23:29-33 se describe las características de aquellos que están ahogados en el alcohol: “¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, Para los que van buscando la mistura. No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; Mas al fin como serpiente morderá, Y como áspid dará dolor. Tus ojos mirarán cosas extrañas, Y tu corazón hablará perversidades.”
Asimismo, Isaías 5:11 advierte: “¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende!” Es por eso que muchos no muestran el final de lo que ellos llaman el “Happy Hour” (Hora Feliz). Embarazos no deseados, violencia domestica, divorcios, maltrato de menores, peleas familiares, enfermedades, suicidio, homicidio, crímenes sexuales, asaltos, violaciones, las quemaduras, los ahogamientos, bajo aprovechamiento académico, el daño a la propiedad, y accidentes de tráfico, entre otros riesgos relacionados con el alcohol representan una carga económica y humana que es superior a las drogas ilegales” señaló Ted Miller, director del Pacific Institute for Research and Evaluation”(El Nuevo Día, 10 de julio de 2006). Así que, ¿quién dijo, que el vino, la cerveza y las bebidas fuertes conducen a “un buen tiempo?”
Sólo alguien bajo la influencia del que Jesús llamó un homicida desde el principio Juan 8:44 llamaría eso una fiesta. Se cuenta que en un accidente fatal, involucrando las vidas de cuatro jóvenes, se llevó a cabo en una de las carreteras de nuestro país. La evidencia que el licor fue culpable se halló en las botellas de whisky rotas entre los objetos y cuerpos mutilados de las víctimas jóvenes. El padre de una de las muchachas, en su enojo por la muerte temprana de su hermosa hija, amenazó con matar al que había provisto a estos cuatro jóvenes con licor. Pero al llegar a casa, entre sus bebidas alcohólicas guardadas encontró una nota de su hija. “Papá, nos llevamos un poco de tu buen licor. Espero que no te importe.” Los padres enseñan más con el ejemplo que con sus palabras. Si esa botella está en tu refrigerador o en tu armario y tu hijo o tu hija recibe su primera bebida porque tú la dejaste a su alcance, de eso tendrás que responder ante Dios.
Además, sabemos que cuando una persona acepta a Cristo como su único Salvador personal, el Espíritu de Dios habita en el corazón de la persona, es decir, su cuerpo se convierte en templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19). Por tal razón, debemos cuidar de nuestro cuerpo y no tomar o ingerir cosas fermentadas para no dañarlo. Los padres deben enseñar esto a sus hijos cuando se enfrentan con un comercial o alguna publicidad de parte de la industria alcohólica y no ser un mal ejemplo para ellos, ni para nadie (Amós 2:11-12). Sin olvidar que ahora la compañía de cerveza Bud Light sigue perdiendo billones de dólares por andar promoviendo el movimiento LGBTQ+.
Lamentablemente, una alarmante cantidad de los que se consideran cristianos (no solo católicos como el padrecito Luis Toro) creen que no hay nada malo con el consumo de alcohol. Dicen: “Pero ¿acaso Jesús no tomo vino en la última cena con sus discípulos y en las bodas de Canaán?” Entiendo que hay calvinistas que beben y fuman y por eso muchos de ellos tienen problemas con el alcoholismo. Sin embargo, la clave para comprender este asunto es entender que la palabra vino en la Biblia tiene diferentes significados pues la misma Enciclopedia Judía del 1906 y varios comentarios bíblicos como the Smith’s Bible Dictionary y el Dr. Ure en su Dictionary of Arts, definen la palabra “vino” (en hebreo yayin) como el fruto de la vid, o sea, jugo de uvas NO fermentado, o también puede significar vino alcohólico. Todo depende en el contexto en que se use. En los diccionarios antiguos como The New World of English Words de Edward Philips (1658), del Dr. Noah Webster en su diccionario, del profesor Charles Anthon en su diccionario de las Antiguedades Griegas y Romanas, del Chambers, Kitto y Rees’ Cyclopaedia también hacen esta distinción. El Dr. Murphy es un profesor en Hebreo en Belfast, Irlanda y también afirma lo mismo en su comentario bíblico. Como si fuera poco los Padres de la Iglesia como Agustín de Hipona y Crisóstomo también declaran que la palabra “vino” puede referirse al vino intoxicante o no intoxicante y fermentado o no fermentado dependiendo del contexto del pasaje. Lo mismo se puede decir de la palabra vino (oinos) del griego bíblico. Históricamente hablando, así siempre fue entendido en el hebreo, griego, latín y en otros idiomas antes del siglo 20. Esto es un hecho gramatical.
Además, Jesucristo no pudo beber vino alcohólico y embriagante porque la Biblia prohíbe el consumo de vino alcohólico por sacerdotes, reyes y príncipes (Levítico 10:9-11 y Proverbios 31:4) Cristo es nuestro Sumo Sacerdote y el Príncipe de Paz, y Rey de Reyes (Hebreos 2:17; Isaías 9:6 y Apocalipsis 19:16). Por tal razón Él debía darles el ejemplo a los reyes de esta tierra y ser semejante en todo a sus hermanos. Además, Cristo no vino para poner tropiezo a ninguno. En Romanos 14:21 nos indica que el que toma vino hace exactamente eso. Es más, Cristo estaba tan opuesto al vino alcohólico hasta el punto de que Él tomó vinagre en vez de vino alcohólico, el cual le ofrecieron antes de morir en la cruz (Marcos 15:23). Y no era porque no tuviese sed, pues en Juan 19:28 Él clamó: “tengo sed”.
A todos los cristianos también se les recuerda “No erréis: NI LOS BORRACHOS,…heredarán el Reino de Dios” (1 Corintios 6:9,10). Sin embargo, algunas personas se preguntan, “¿Podre tomar bebidas alcohólicas sin tener que emborracharme? ¿Tomar solo uno o dos tragos?” La respuesta es NO. El alcohol hace daño aunque sea en pequeñas cantidades y uno o dos tragos de más podrían cambiar su vida para siempre. Un artículo de investigación en U.S. News and World Report señala, “El alcohol comienza alterar el funcionamiento virtualmente de cada órgano, desde el momento en el que se introduce en el cuerpo…los expertos creen que LAS BEBIDAS OCASIONALES PUEDEN SER MUY PELIGROSAS.” De acuerdo a los estudios, usted tiene 1 de 10 oportunidades de convertirse en un alcohólico en cada sorbo que da. Otros hablan de tomar con moderación. Eso es un mito. Si tomas con moderación hoy, mañana tomarás en exceso. Amos dice: “Ay de los reposados en Sion…beben vino en tazones” (Amos 6:1,6).
Ya no son pequeños vasos, ni una copa de vino, ni una lata de cerveza. Es mucho más que eso. Es beber vino en tazones. El apetito se incrementa. No es un sorbo aquí y allá, tienes que tener mucha hasta convertirte en un adicto y esclavo de las bebidas alcohólicas. Por eso, Dios dice que ni siquiera mires al vino (Proverbios 23:29-33). ¡Déjalo! No tengas nada que ver con él. Así como robar con moderación, adulterio con moderación, idolatrar con moderación sigue siendo pecado, tomar con moderación, también lo sigue siendo. Para Dios no hay diferencia y estas cosas no se deben tolerar en lo más mínimo. Por consiguiente, la única manera segura de estar seguro de que no vivirás la vida miserable de un ebrio, y que no morirás la muerte terrible de un borracho indecente es ABSTENTE TOTALMENTE del vino y de las bebidas embriagantes (1 Pedro 2:11).
Si no lo haces podrías pasar el trago amargo de caer en problemas legales, de salud, en las relaciones y hasta la muerte. Por ejemplo, 1 de cada 10 alcohólicos cometen suicidio y el alcohol ha sido la causa principal del retraso mental durante el embarazo. Por eso se dice que una mujer embarazada nunca bebe sola. Pero no solo eso, la mezcla peligrosa del alcohol y la gasolina pueden convertirse en un viaje sin retorno debido a que cada 12 minutos, alguien es asesinado por un chofer borracho. Veinticinco mil mueren cada año en accidentes relacionados con alcohol. Eso es aproximadamente setenta personas por día. Añadir alcohol, aunque sea una pizca, con la conducción de vehículos de motor es una invitación a la muerte, que usualmente no le adviene al conductor ebrio, sino a la víctima. Por tanto, existen muy buenas razones para abstenerse de este veneno de Satanás (Efesios 5:18). Juan el Bautista, el precursor de Jesús, nunca tocó una gota de licor en todos los días de su noble vida (Lucas 1:15). Daniel también rechazó firmemente el vino alcohólico que le ofreció el rey Nabucodonosor y de esa manera nos dejó un gran ejemplo (Daniel 1:8). ¿Está usted dispuesto a proponer en su corazón, tal como hizo Daniel y Juan el Bautista, a no contaminarse con vino alcohólico? (Lucas 21:34).
En cuanto a los inconversos, sepa que el alcohol conduce a la ruina y luego al infierno. Pero no importa cuán lejos has ido, Dios todavía te ama. Hay esperanza para ti, amigo mío. Aún puedes salvarte y nacer de nuevo. Después que Pablo había escrito a la iglesia de Corinto y había clasificado la embriaguez con muchos otros pecados viles como los deseos de la carne escribió: Y ESTO ERAIS algunos: mas ya sois lavados, mas ya sois santificados, mas ya sois justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. (1 Corintios 6:11). Jesucristo era el remedio para ellos. En lugar de las resoluciones, reformas, píldoras, institutos o curas temporales; dale la oportunidad a Cristo Jesús. Él hará de ti un nuevo hombre o una nueva mujer. La cuenta vieja puede ser borrada (1 Juan 1:9). Dios concede purificación, perseverancia, preservación y consagración. El alcohol nunca saciará la sed que hay en ti. Jesús dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.”(Juan 7:37). Solo Jesucristo puede saciar esa sed que hay en tu alma, “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”(Juan 4:14).