¿Sola Secta?
En vez de ganar almas para Cristo y en un desesperado intento de proselitar cristianos que no son calvinistas, el pastor Miguel Nuñez, apela a un anacronismo diciendo que, “La iglesia evangélica en Latinoamérica nació enferma” y que por tanto necesita ser reevangelizada con la sana doctrina y el verdadero evangelio, es decir, el calvinismo. ¿Así o más sectario? Esta idea de Nuñez no solo echa por tierra el trabajo de los buenos misioneros que han venido a Latinoamérica antes de los 70 sino que ningún historiador afirmaría semejante barbaridad. Al contrario, lo desmienten (Lea por ejemplo, Cristianismo en América Latina del Dr. Justo Gonzalez, Protestantismo en América Latina del historiador Pablo Deiros y Faces of latín American Protestantism de José Miguel Bonino). De hecho, es importante recordar que este reconstructivista no es historiador lo cual se nota pues Nuñez parece ignorar que los primeros protestantes en llegar a Latinoamérica fueron calvinistas. En Puerto Rico por ejemplo ya había iglesias protestantes (luteranas y anglicanas) en 1872, iglesias Bautistas en 1899 y luego pentecostales en el 1916. Por ende, siguiendo la lógica de este antipentecostal si Latinoamérica está enferma es porque los calvinistas que llegaron primero no hicieron un buen trabajo. Habría que preguntarle a Nuñez si también cree que ningún cristiano en Latinoamérica es salvo a menos que sea reformado (neocalvinista).
Además, es el movimiento (Acts29) que Nuñez quiere traer a Latinoamérica el que está enfermo pues la razón por la que tampoco ha funcionado en Estados Unidos es porque está llena de corrupción financiera, fanatismo, antisemitismo y encubrimiento de abusos de mujeres y de menores. Sin olvidar que el nuevo calvinismo también está enfermo de ideas ecuménicas y de la mala influencia maniquea en su tulipán soteriológica. ¿Y este el tipo de “cristianismo” tóxico que quieren traer a Latinoamérica? Pero no solo eso, Miguel Nuñez también apela a una falacia de culpabilidad por asociación y de generalización apresurada al asumir que los evangélicos en América Latina tienen la culpa de que muchos crean en el llamado evangelio de la prosperidad por no ser de doctrina reformada o como si ellos fueran los únicos que no aceptan dicho movimiento carismático o neopentecostal. De hecho, este paranoico ignora que en la fe reformada también se creía que la prosperidad era una señal de bendición de Dios (como la doctrina teopolítica del Destino Manifiesto que era de corte calvinista) y que muchos pastores neocalvinistas lo odian si no son prosperados o dicen detestarlo cuando ellos mismos viven como un falso apóstol de la prosperidad. ¿Así o más hipócrita? Sin olvidar que los primeros calvinistas que llegaron a Latinoamérica vinieron con ideas de supremacía blanca y tratando de imponer su cultura sobre los hispanos. Esta misma intolerancia religiosa y cultural también se vio en la misma Ginebra donde fue todo un desastre (Pfister, Óscar: Christianity and Fear, “El cristianismo y el temor”, pp. 418–419 y 427–428).
En Alemania ni se diga pues Lutero nunca supuso un progreso a su propio pueblo, sino un retroceso al feudalismo que explotaba a los pobres campesinos y todo para buscar la aceptación y protección de los príncipes y reyes alemanes. Como afirma la célebre profesora de Harvard e investigadora del CSIC, la Dr. María Elvira Roca, "Se admira a Lutero como un elemento de modernidad sin el que hubiera sido imposible un mundo democrático y civilizado. Pero es todo lo contrario: la Reforma supuso retroceder al feudalismo y perpetuar el poder de las oligarquías locales en Alemania." Sin olvidar que, así como los católicos nunca apoyaron la separación de iglesia y estado, Calvino y Lutero tampoco. Al contrario, usaron el estado para censurar o perseguir a todo aquel que pensaba teológicamente diferente a ellos. De hecho, los anabaptistas como Menno Simons (un antiguo líder anabaptista), contemporáneos de Lutero, inmediatamente se percataron de este nuevo “cristianismo” distorsionado y observaron con tristeza el deterioro moral general que produjo entre la gente común (The Complete Works of Menno Simons, “Obras completas de Menno Simons”, p. 251, 283).
Lutero hasta fue un antisemita (como lo demuestra el libro que escribió en 1543, llamado, "Los judíos y sus mentiras") que dio lugar a sucesivas guerras con sus mensajes y, dado su carácter xenófobo, ha sido empleado por los elementos más extremos del nacionalismo alemán del III Reich pues como afirma la célebre profesora de Harvard e investigadora del CSIC, María Elvira Roca Barea: «No es casualidad que la Noche de los Cristales Rotos fuera presentada como una celebración luterana y que los nazis concurrieran a las elecciones con una imagen del reformador». La vida y obra de Lutero fue similar en muchos aspectos a la de otros famosos reformistas que comenzaron bien, clamando: “De vuelta a la Biblia,” pero quienes pronto se dieron cuenta que mucho más que la opinión religiosa estaba en juego en una reforma radical en donde tenían a Jesús como Salvador, pero no como el Señor de sus vidas. El resultado fue que un sistema de indulgencias católicas fue abolido sólo para ser sustituido por lo que el famoso teólogo y mártir luterano, Dietrich Bonhoeffer, llamó, “indulgencia protestante” o “gracia barata” (Bonhoeffer, Dietrich: The Cost of Discipleship, “El costo del discipulado”, pp. 37–38, 47). Estas palabras tan alarmantes no son las de un adversario de Lutero, sino que son la confesión sincera de un famoso teólogo y héroe luterano moderno que vio el colapso de semejante protestantismo vacío durante la Alemania nazi, donde muchos de los miembros de su Iglesia apostataron para seguir a un dictador moderno anticristiano, demostrando que el cristianismo alemán era sólo superficial.
De esto hecho, esta es la razón por la que vemos más antisemitismo “cristiano” en Europa que en América. La realidad es que, aunque los calvinistas parecen ser los primeros protestantes en llegar a Latinoamérica, la mayor influencia cristiana, crecimiento rápido, conservadurismo y conversiones de católicos desde el siglo 19 viene en su mayoría de pentecostales, metodistas, Bautistas no particulares, menonitas y otros grupos evangélicos. Por tanto, lo que Latinoamérica realmente necesita es a Cristo y Su Palabra, la Santa Biblia. No el TULIP ni las confesiones o la literatura reformada y mucho menos este tipo de líderes narcisistas que se creen mejores cristianos que todos los demás solo por ser “calvinistas”. En fin, que el reconstructivismo de Sugel Michelen, Miguel Nuñez y otros neocalvinistas no te engañe contándote una historia a medias y como les conviene, saludos.
Disculpa, pero yo no creo que todos los europeos sean falsos cristianos hay mucha gente en europa que acepta a Jesucristo como salvador ahí y en todo el mundo, aquí también tenemos falsos cristianos y ateos pues así es en todo el mundo tenemos libre albedrío no somos robos, saludos.
Tampoco creo que todos sean antisemitas.