Lutero y Hitler, ¿qué tienen en común?
En su libro, “Christian Antisemitism: Confronting the Lies in Today's Church”, el Dr. Michael L. Brown (PhD) documenta y sostiene que el antisemitismo sigue muy presente y que en el cristianismo no es la excepción. De hecho, Lutero también odiaba a los judíos principalmente cuando se dio cuenta de que no querían convertirse a su nueva iglesia reformada. Como la gran mayoría de los judíos no quisieron unirse a su protestantismo entonces Lutero desistió de ello y se volcó a denigrarlos. En los últimos años de su vida publicó cuatro opúsculos de una agresividad sin igual diciendo, “Los judíos son un pueblo «abyecto y despreciable, es decir, no un pueblo de Dios, y su jactancia de linaje, su circuncisión y su ley deben ser considerados sucios (…). Están manchados con «las heces del diablo (…) en las que se revuelcan como cerdos» (…). La Sinagoga es una “novia impura, sí, una ramera incorregible, una mujerzuela impía”. (…). No se les debe mostrar ninguna piedad ni misericordia, ni facilitar protección legal alguna (…) «estos infectos gusanos venenosos» deben prepararse para el trabajo forzado o la expulsión definitiva» (…). «Seremos culpables de no destruirlos»[
Y agregaba: “Si un judío viene a pedirme el bautismo, se lo daré. Pero enseguida lo llevaré al puente del Elba, le pondré una rueda de molino al cuello y lo tiraré al agua… ¡Que se quemen sus sinagogas y sus escuelas! ¡Lo que no se puede quemar, cúbraselo con tierra! ¡Que se lo sepulte de tal manera que jamás ya nadie encuentre de ello una piedra ni un desperdicio! ¡Que se derriben y demuelan sus casas! ¡Que se les quites sus libros de oración y sus talmudes! ¡Que se prohíba a sus rabinos, bajo pena de muerte, comunicar su enseñanza! ¡Que se rehúse a los judíos todo derecho de amparo y de protección pública! ¡Que se les prohíba hacer comercio! ¡Que se apoderen de sus economías, sus joyas, su oro y su dinero!… Y si ello no es suficiente, ¡que se los eche de todas partes como a perros rabiosos!” (Los Judíos y sus Mentiras, escrito por Lutero en 1543).
Esto tampoco debería sorprende a nadie si tomamos en cuenta que Lutero salió de la iglesia católica la cual también hizo muchas manifestaciones de judeofobia en la historia como cuando expulsaron y persiguieron a miles de judíos a través de la inquisición española de Fernando e Isabel de Castilla y con la ayuda del fanático dominico y sangriento general del “Santo” Oficio, Tomás de Torquemada. Además, tampoco se puede negar que los escritos antisemitas de Lutero fueron de mucha influencia para El Tercer Reich de Hitler (The Rise and Fall of the Third Reich, de Wm Shirer) pues dio lugar a sucesivas guerras con sus mensajes y, dado su carácter xenófobo, ha sido empleado por los elementos más extremos del nacionalismo alemán del III Reich.
De hecho, en este libro tan lleno de odio y prejucio, Lutero hasta parece incluso preconizar su asesinato, cuando escribe: “Seremos culpables de no destruirlos”. Este tipo de argumentación es adoptada terminológicamente y en su casi totalidad, por el nazismo alemán. De hecho, la opinión predominante entre los historiadores es que la retórica antijudía de Lutero contribuyó significativamente al desarrollo del antisemitismo en Alemania, y en las décadas de 1930 y 1940 proporcionó una base ideal para los ataques del Partido Nazi contra los judíos (Johannes Wallmann, "The Reception of Luther's Writings on the Jews from the Reformation to the End of the 19th century", Lutheran Quarterly, n.s. 1, Spring 1987, 1:72–97; Berger, Ronald. Fathoming the Holocaust: A Social Problems Approach, New York: Aldine De Gruyter, 2002, 28. y Grunberger, Richard. The 12-Year Reich: A Social History of Nazi German 1933–1945, NP:Holt, Rinehart and Winston, 1971, 465.).
Como afirma la célebre profesora de Harvard e investigadora del CSIC, María Elvira Roca Barea: «No es casualidad que la Noche de los Cristales Rotos fuera presentada como una celebración luterana y que los nazis concurrieran a las elecciones con una imagen del reformador». Esto también explica por qué muchos de los nazistas eran protestantes (calvinistas y luteranos) que usaban el slogan, “Las enseñanzas de Lutero y la lucha de Hitler son la mejor defensa para el pueblo alemán”. Hasta el mismo famoso teólogo y mártir luterano, Dietrich Bonhoeffer, se dio cuenta de este cristianismo superficial que hasta llamó a la reforma alemana una “gracia barata” (Bonhoeffer, Dietrich: The Cost of Discipleship, “El costo del discipulado”, pp. 37–38, 47). Esto quizás también explique ¿por qué encontramos mayor apoyo a Israel en los evangélicos de América en contraste con Europa lo cual rechaza el dispensacionalismo por su apoyo a los árabes y la reforma protestante. La Biblia resuena más en América que en el Viejo Mundo donde muchos no creen en la Escritura.
En fin, los anabaptistas como Menno Simons (un antiguo líder anabaptista), contemporáneos de Lutero, inmediatamente se percataron de este nuevo “cristianismo” distorsionado y observaron con tristeza el deterioro moral general que produjo entre la gente común (The Complete Works of Menno Simons, “Obras completas de Menno Simons”, p. 251, 283). Quizás por esta misma razón el mismo Erasmo también dejó de apoyar a Lutero. El problema con Martin Lutero es que no solo tuvo algunos problemas doctrinales (bautismo infantil, María siempre virgen, unión de iglesia y estado, negación del libre albedrio, etc.) sino que su vida se vio empañada por la forma cómo persiguió, castigó, expatrió, desposeyó de sus bienes y ejecutó a quienes se atrevían a oponerse a sus doctrinas. Estos eventos terminaron por ensombrecer todo lo demás que habían hecho al principio, y debería hacer reflexionar a sus seguidores modernos pues sus ideas condujeron a terribles consecuencias.